Montar en bicicleta no es solo una afición. Es un estilo de vida que tiene efectos secundarios causados por la pasión y dedicación que se le da a esta actividad. Muchos te dirán que eres intenso, loco o fantasioso, pero pocos conocerán los verdaderos efectos que causa en tu vida montar en bicicleta. Aquí algunos de ellos:
Pensamientos creativos.
Me refiero a que tus pensamientos comienzan a ser más ingeniosos y menos aburridos. Nietzsche decía: “No creer en ningún pensamiento que no haya surgido al aire libre”. Y es que los ciclistas son soñadores por defecto. Y la bicicleta es ese instrumento que les permite aclarar mejor sus ideas.
Eres más feliz.
Tu estrés, tus tristezas y los malos días se van con una buena rodada, ya sea dentro de la ciudad o fuera de ella. Los bicicleteros sonríen más porque viajan con un equipaje más liviano que el resto del mundo.
Rodar te da alas.
Y no hablo de ninguna droga (aunque la bicicleta puede llegar a ser adictiva). Me refiero al hecho de que ir en bicicleta te da la sensación de volar porque tienes más energía, te sientes libre, estás más sincronizado y tu cuerpo es un derroche de energía.
Disfrutar de lo simple.
Un ciclista tiene la sensibilidad de apreciar las cosas pequeñas y valorar lo cotidiano. La bicicleta te devuelve tu alma de niño, esa con la que la vida se vuelve un juego. Y te permite disfrutar con más frescura la vida.
Aprendes a ser más paciente.
Si andas en bici aprendes a ver el mundo moverse más despacio. Aprendes que cada situación o persona llega en el momento preciso, ni antes ni después. Pero sobre todo, que no vale la pena vivir acelerado.
PD: Estos efectos desaparecen después de dejar de tomar el medicamento.