Los datos corresponden a Australia, pero sus conclusiones bien podrían extrapolarse a cualquier otro país del mundo. Dos estudios de los que se hace eco la revista Forbes concluyen que un elevado número de motoristas y conductores sienten un profundo desprecio hacia los ciclistas, lo que les lleva a adelantarles sin guardar la debida distancia de seguridad.
El primero de los informes, publicado en la edición de febrero de 2019 de* Accident Analysis & Prevention,* asegura que un elevado número de encuestados declaró sentir “antipatía” hacia los ciclistas.
Según la investigadora Laura S. Fruhen, del Instituto del Futuro del Trabajo en la Universidad Curtin de Perth (Australia(, existe “un vínculo significativo entre las actitudes negativas hacia los ciclistas y el comportamiento agresivo dirigido a ellos”.
En el segundo estudio, realizado de forma paralela, la profesora Narelle Haworth, directora del Centro de Investigación de Accidentes y Seguridad Vial en la Universidad de Tecnología de Queensland, descubrió que muchos conductores ignoraban a sabiendas una ley recientemente promulgada sobre el adelantamiento a los ciclistas en el estado australiano de Queensland.
Los automovilistas se quejan de que dejar los 1,5 metros de espacio es “molesto”
El porcentaje de conductores y motoristas que informaron que no cumplieron con la regla de la carretera “la mayor parte del tiempo” o “casi siempre” fue del 35,5% en zonas de velocidad de 60 km/h o menos y de 31,8% en zonas de velocidad de más de 60 kmh. Los automovilistas se quejaron de que dejar los 1,5 metros de espacio requerido era “molesto”.
En opinión de Haworth, “los gobiernos deberían crear estrategias para ayudar a los conductores a juzgar la importancia de la distancia de seguridad y mejorar su comprensión de la ley de cara a mejorar la seguridad de los ciclistas”.
En ese poco respeto, quienes conducen vehículos más pesados y rápidos se llevan la palma. Según el estudio, a menudo usan su velocidad y potencia para intimidar a los usuarios no motorizados. “Los usuarios vulnerables, como los ciclistas y peatones, se vuelven invisibles o irritantes” para ellos. “Las reglas y códigos de carreteras, introducidos originalmente para los automovilistas, refuerzan la creencia de que las carreteras no son espacios para otros usuarios”.