Es una constante durante estos días: con motivo de la Cumbre del Clima de Nueva York, los medios informan más que nunca del cambio climático, las necesarias y urgentes medidas que han de tomar los gobiernos del mundo y la lucha de activistas como la joven sueca Greta Thunberg, cuyo discurso ante los mandatarios internacionales ha llegado hasta los últimos rincones del planeta.
Nadie debería dudarlo: es necesario un giro de 180 grados en el modelo de producción actual para revertir los efectos de un cambio climático que ya está aquí: los científicos que conforman el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU han determinado que si la temperatura global aumenta en 1.5 ° C o más de aquí a 2030, el riesgo de sequías extremas, devastadores incendios forestales e inundaciones aumentará de forma exponencial.
Los gobiernos y grandes corporaciones deben implicarse si queremos frenar el desastre, pero también podemos actuar de forma individual
Los gobiernos y las grandes corporaciones deben implicarse si queremos frenar el desastre de cara a dejar un mundo habitable para las generaciones futuras. Y sin embargo, son muchas las cosas que, a nivel individual, también podemos (y debemos) hacer para predicar con el ejemplo. O, la menos, de cara a poner nuestro pequeño grano de arena en favor del planeta. Evitar el uso de plásticos, reducir el consumo de carne, reciclar correctamente o ser conscientes de nuestra huella hídrica son algunas de ellas. Pero el cambio también pasa, cómo no, por nuestra manera de movernos de un lugar a otro.
Todos sabemos que usar la bicicleta redunda en un importante beneficio para la salud. Pero no es menos importante recordar que un medio de transporte 100% sostenible como la bici está llamado a jugar un papel protagonista de cara a combatir el cambio climático.
Un aumento global del 20% en la movilidad ciclista podría reducir las emisiones en casi un 11%
Sustituir los contaminantes y ruidosos coches por bicicletas supondría un impacto sin precedentes en la reducción de emisiones. ¿Hasta qué punto? Un estudio realizado en 2015 por el Instituto de Política de Transporte y Desarrollo (ITDP, por sus siglas en inglés) concluyó que un aumento drástico (en torno al 20%) de la movilidad ciclista en todo el planeta podría reducir las emisiones de dióxido de carbono del transporte urbano de pasajeros en casi un 11% en 2050. Desde la Federación Europea de Ciclistas (ECF) se recuerda que es necesario cuadriplicar el actual número de ciclistas urbano para luchar eficazmente contra el cambio climático. Un descenso en el que también deben jugar un papel cave iniciativas como el alquiler público de bicicletas: un estudio de 2011 determinó que sistemas como el Bicing de Barcelona ahorra 9,000 toneladas métricas de dióxido de carbono cada año.
Desde Ciclosfera estamos comprometidos en la lucha contra el cambio cimático. Como llevamos diciendo desde hace casi ocho años, la bicicleta es una solución sencilla a muchos de los grandes problemas de las ciudades actuales. Usarla cada día nos hace más felices, pero también más coherentes si queremos luchar por un futuro mejor.
¿Pedaleamos?