Bristol es una bonita ciudad inglesa famosa por su movimiento cultural (en ella nació, por ejemplo, el trip hop) y su puerto. Ahora nos llega la noticia de que también alberga un puente particularmente peligroso para los ciclistas.
El puente se llama Meads Reach, y ganó un premio arquitectónico británico en 2009. Sin embargo, y pese a ser parte de una ruta ciclista, es muy poco recomendable: su superficie metálica, llena de pequeños agujeros, lo convierten en una “pista de patinaje” sobre las dos ruedas.
Eso al menos asegura Toby Bridgeman, que ha puesto en marcha una recogida de firmas denunciando la situación. Según él, ha sufrido daños en una rodilla recientemente tras una caída, ya que cruzar el puente “es como cruzar el hielo”. “He visto a un gran número de ciclistas accidentarse incluso rodando despacio”, asegura.
Debe ser cierto, porque 562 ciclistas más han firmado la petición: quieren que se recubra el puente con algún material que no sea tan deslizante. Según parece, la empresa propietaria del puente (GVA Facilities Management) ha dicho que la seguridad es lo primero, y que se ocuparán de solucionar el problema. El puente, construido en 2008, costó unos 3 millones de euros.