La nostalgia es un arma poderosa. A menudo, nos lleva a recordar las cosas con una perspectiva distorsionada, haciendo que vuelvan a nuestra imaginación con intensidad desmedida. Cuando se trata de la niñez, determinadas imágenes, sonidos, lugares u olores nos transportan al instante a aquella época. Tiempos felices en los que la ausencia de preocupaciones, más allá de cómo pasarlo lo mejor posible, marcaban la pauta.
Para los que nacimos a finales de la década de los setenta o principios de los 80, hay toda una serie de películas que forman parte de nuestro bagaje cultural, casi de nuestro ADN. E.T El Extraterrestre, Regreso al futuro, la primera trilogía de La guerra de las galaxias, Los Goonies, los primeros Indiana Jones... Largometrajes que nos marcaron profundamente y que, en muchos casos, veíamos una y otra vez poniendo a prueba la resistencia de aquellas viejas cintas en formato VHS.
Es más que probable que la película australiana BMX Bandits, que en España fue traducida como Los Bicivoladores, no diese el nivel suficiente para entrar a formar parte de ese reducido grupo de obras maestras del celuloide. Y, sin embargo, sería injusto no incluirla en una segunda lista de películas que, pese a una factura más modesta y una repercusión que nada tiene que ver con las anteriores, acabaron marcando a toda una generación.
Pura adrenalina
En 1983, el BMX estaba en el punto álgido de su popularidad. Tras haberse inventado en 1969 y, sobre todo, difundido poco después por un imparable adolescente llamado Scott Breithaupt (quien decidió utilizar una bicicleta en una pista de motocross para imitar a sus ídolos motorizados), esta modalidad de ciclismo había experimentado un boom a lo largo de los años 70, especialmente en las soleadas costas de California. Fue precisamente en 1983 cuando el BMX se incorporó a la Unión Ciclista Internacional (UCI). Y fue también en ese año cuando Los Bicivoladores aterrizaron en las carteleras de medio mundo.
Rodada en algunos de los parajes más espectaculares de Sidney, la premisa de Los Bicivoladores era tan sencilla como atractiva para el público adolescente: tras sufrir un accidente que termina con sus bicis destrozadas, y desesperados por conseguir algo de dinero para arreglarlas, tres jóvenes aficionados al bicicross encuentran por casualidad los walkie-talkies de una peligrosa banda de ladrones de bancos. El hallazgo les hará meterse en un buen lío, pero también les dará la oportunidad de explotar al máximo sus habilidades ciclistas y permanecer más unidos que nunca, demostrando el valor de la amistad y su capacidad de superación.
En realidad, el argumento era casi lo de menos. Una mera excusa para que, ante el espectador, se sucedieran toda una serie de coloridos derrapes en primerísimo plano, saltos gigantescos y acrobacias imposibles para el común de los mortales… salvo para unos intrépidos protagonistas dispuestos a todo.
La joven Nicole
Entre ellos estaba una jovencísima actriz que, años después, daría el salto al estrellato. Así es: Los Bicivoladores fue la primera gran película internacional de Nicole Kidman, tras una pequeña intervención en la navideña Bush Christmas. Con tan sólo 16 años, la joven Nicole no dudó en hacer todo lo que mandaba el guion… hasta que sufrió un esguince de tobillo. Un percance que llevó a su director, Brian Trenchard-Smith, a contratar a un doble masculino y ponerle una rizada peluca pelirroja para rodar las escenas de acción.
En España, el estreno de Los Bicivoladores coincidió con las Navidades. Y como no podía ser de otra manera, disparó la fiebre por este tipo de bicicletas. Marcas como BH arrasaron con modelos que marcarían una época, como la Meteor o la California, las primeras BMX 'made in Spain', en un movimiento que fue seguido por otras como Rabasa. Los niños imitábamos a los protagonistas de la película en los descampados del extrarradio. Y, a menudo, dábamos con nuestros huesos en el suelo. No todo el mundo puede ser Nicole Kidman.
Es cierto: la película apenas aguanta un visionado mínimamente crítico a día de hoy. De hecho, es difícil hacerlo sin esbozar una sonrisa: los efectos especiales son pobres y los trucos de cámara denotan una inocencia casi naif. Pero en su momento, Los Bicivoladores gustó. Y no sólo al público: también a la crítica. La película fue nominada para los Premios de la Academia Australiana de Cine y Televisión (AACTA), en cuatro categorías: Mejor Actor, Mejor Guion Original, Mejor Montaje y Mejor Sonido. Y aunque no se hizo con ninguno de ellos, se ganó un lugar de excepción en el corazón de millones de jóvenes ciclistas.
Unos Goonies en las antípodas
Es difícil no encontrar todo tipo de influencias desopilantes en la obra de Quentin Tarantino pero, sin duda, una de las más curiosas es la del llamado Ozploitation, cine australiano de los años 70 y 80 caracterizado por sus bajos presupuestos y, casi siempre, enmarcado en el terror o la acción. Aunque, sin duda, la película más famosa de este género es Mad Max (George Miller, 1979) uno de sus grandes nombres es el de Brian Trenchard-Smith, cuya ópera prima, The Man from Hong Kong (1975), alberga algunas de las escenas de persecuciones de coches más impresionantes jamás rodadas. Su título más recordado es, claro, Los Bicivoladores, a la que Tarantino definió como "el equivalente australiano de Los Goonies", un filme del que siempre se cita a Nicole Kidman como gran beneficiada, olvidándonos de su director de fotografía, John Seale, quien también ha hecho una larga y triunfal carrera en Hollywood gracias a la fotografía de películas como Único testigo, El hombre de la lluvia, El club de los poetas muertos, Cold Mountain o El paciente inglés. Como la historia suele ser circular, su último gran trabajo ha sido Mad Max: furia en la carretera (2015), donde se reencontraba con el director George Miller (autor del Mad Max original) y en la que ambos retrataban de nuevo, cubiertos por el polvo y la rabia, el asfalto más salvaje.
Este reportaje forma parte de la edición impresa de Ciclosfera #33. Lee el número completo aquí