“El recibimiento que nos brindan es la bomba… Una fiesta. Niños, padres, el alcalde, el profesor de inglés… Todo el mundo feliz y sonriente, como si a un chaval español le regalaran un coche y un piso. Una bicicleta cuesta en India 50€, y el sueldo de un mes es de 30. Una bici dura toda la vida. Son de hierro y, si se rompe, la arregla el soldador del pueblo sin problema”.
El riesgo de ser casadas
Quien habla es Romá Boule, presidente y fundador de Bicicletas Sin Fronteras (BSF), uno de cuyos proyectos se desarrolla en la región de Anantapur, una de las más pobres del país. “Gracias a estas bicis, que en la India se entregan sólo a niñas, pueden ir al instituto. Si no hay bici se quedan en casa, dejan de estudiar, se casan a los 14 años y se les acabó el futuro”.
“La bici permite a las niñas ir al instituto, les da autonomía”
Boule explica que andar dos o tres kilómetros “es normal, pero muchas tienen el instituto a más de diez y eso es un problema si no disponen de un medio de transporte. Las bicicletas les dan autonomía, y a la larga les evitan crecer demasiado rápido”.
En India ya han distribuido más de 400 bicicletas, las últimas 106 hace poco más de un mes. Por las mismas fechas entregaron 180 en Guatemala. “Todos son proyectos bike schools”, señala el fundador de BSF, que nos cuenta que los otros tres países receptores fuera de España son Mali, Honduras y Burkina Faso.
Taller de reinserción
Pero Boule destaca algo más cercano, su Centro Especial de Trabajo en Gerona. “Le damos trabajo a 18 personas en riesgo de exclusión social”, cuenta. “Se encargan de reparar las bicicletas que nos donan y también de fabricar algunas nuevas. Son expresidiarios, exdrogadictos, inmigrantes y discapacitados”, añade.
También sus receptores están en peligro de exclusión, algo que puede paliar una bicicleta. “Las entregamos a centros de acogida de menores, a discapacitados, a gente que está en programas para dejar las drogas y a los presos de la cárcel de Burgos”. Bici nueva, vida nueva. Gracias.