19 de octubre. Hoy es día muy especial….
Lo es. Estamos en el Día del Cáncer de Mama. Se trata de un reconocimiento a quienes por desgracia lo padecen, pero también un homenaje a todo el personal sanitario que está alrededor de los enfermos y que nos ayudan muchísimo. En mi caso al menos fue así. Un día también para seguir luchando, porque hay mucha lucha ahí detrás. A veces la sociedad también necesita de días así para darse cuenta de todo el trabajo que hay detrás. También para recordar la importancia de invertir en investigación, porque si hemos podido superar una enfermedad como esta es gracias a ella.
“Cuando me dicen que soy valiente… La verdad es que no: tuve miedo, y es normal tenerlo”
Eres madre, trabajadora y ciclista. Háblanos de ti. ¿Cuál es tu historia?
No me considero una persona especial en absoluto. Soy médico de formación, pero no trabajo en la rama asistencial, sino en una empresa farmacéutica. Tenía una vida normal, con una familia, una pareja y mi gran afición, que es la bicicleta, hasta que un día me vino a visitar el maldito cáncer y todo cambió. Todo se te pone patas arriba. Lo primero que tienes es miedo a no salir de esta. Por eso cuando me dicen que soy valiente… la verdad es que no: tuve miedo, y es normal tenerlo. A partir de ahí, es cierto que te armas de valor, ves que hay una esperanza y te pones a luchar con la ayuda de mucha gente. En ese sentido el deporte me ha ayudado mucho: recuerdas aquellas subidas en las que crees que no puedes más, pero tienes que seguir pedaleando. El cáncer es así: una carrera de fondo. Pero te trastoca todos tus valores: pones cada cosa en su justa medida. Es verdad que es lamentable que te tenga que pasar algo así para darte cuenta de algunas cosas. Básicamente, de que somos poca cosa y que hay que tirar para adelante. Que la vida es un regalo que hay que disfrutar.
“Al volver a coger la bici sentí, por primera vez, que salía del pozo”
¿Cómo recuerdas aquellos primeros días? Siendo ciclista, te verías obligada a dejar la bici…
Sí. En la primera fase de la quimioterapia tuve que parar por completo, porque el cansancio era tal que me costaba hasta levantarme de la cama. Suerte que venía mis padres a sacarme cada día. Llegó un punto en que no podía. En la segunda fase acabe la quicio haciendo algún paseo en bici con amigos. El hecho de volver a coger la bici me dio, por primera vez, la sensación de estar saliendo del pozo. El aire en la cara, la libertad… Me hizo volver a sentir yo misma. Fue algo fantástico. Para mí fue fundamental sentir que tenía un reto, una meta. Más allá de vivir, la mía era volver a montar en bici. La bici ha jugado un papel fundamental en mi recuperación, tanto a nivel físico como mental. Una manera única de desconectar de todo.
Pero después viene una segunda parte. Lo que era un paseo fue a más, y a más… ¡Corriste la Titan Desert!
Fue una locura. Siempre he sido una persona muy ordenada, casi cuadriculada, con todo muy planificado. Nunca había cometido muchas locuras, pero después de esto quería sentirme viva y plantearme nuevos retos. Tuve la suerte de poder correr la Titan Dessert con el equipo Domenica, que nos seleccionó, y fue algo maravilloso. En mi familia todo el mundo me decía que si no podía no pasaba nada, pero yo sabía que iba a poder. En ese sentido, fue clave el equipo y la gente que me rodea. Como en cualquier cosa en la vida, ese entorno lo es todo. El equipo lo es todo. Me dijeron que no era una persona adecuada para acabarla, pero mi cabezonería es la que es (risas).
“En el desierto te sientes muy pequeño, pero a la vez capaz de todo”
Para quien no conozca la Titan Desert, ¿puedes explicar un poco en qué consiste?
Son seis etapas por el desierto de Marruecos. Cada etapa tiene unos 100 kilómetros a través de las dunas. Muy duros, con mucho aire, mucho calor, durmiendo en jaimas. Es una de las pruebas más duras que se pueden hacer en bicicleta de montaña. Prepararte para ello es muy duro, pero luego allí disfruté muchísimo. Ver a otra gente que había salido de un proceso oncológico, o con algún problema grave, te lleva a pensar que la gente tira mucho. Y que somos capaces de muchísimas cosas si las hacemos juntos. La verdad es que la recomiendo totalmente. Es una carrera con un ambiente muy bonito. A pesar de que es dura de narices, tiene un magnetismo único. Quedas enamorado del desierto, de su luz, de sus atardeceres… Me llenó de fuerza y de vida. Y me hizo sentir poderosa. En el desierto te sientes muy pequeño, pero a la vez capaz de todo.
¿Cuánto duró la preparación de la carrera?
Me diagnosticaron el cáncer en 2014 y acabé todo el tratamiento bien entrado el 2015. La Titan Desert la corrí en 2018. Entre medias tuve otra cirugía que no fue bien y me dejó muy hundida. Pero fue después cuando un grupo de amigas me propuso este reto y me animaron a hacerlo. Fue un año después. La preparación duró en total seis meses. Es bastante tiempo, dado que hay gente que lo hace en tres o cuatro meses, pero yo venía de muy abajo.
La bici también te ha unido a mucha gente.
Sí. Con el resto de las integrantes del equipo mantenemos una gran amistad, y seguimos saliendo en bici. A menudo. Nuestro único punto en común es la bici, pero eso también es algo muy poderoso. Gente de procedencia y edades distintas, con la que quizá no se hubieras cruzado de no ser por la bicicleta. Me siento afortunada de compartir esa pasión con ellas.
Nos pregunta una de nuestras lectoras… ¿Cuál fue tu alimentación durante todo este proceso?
Durante la enfermedad fui a una especialista en nutrición, porque la medicación que te dan es muy fuerte y te machaca bastante el riñón y el hígado. Ya estuve haciendo una alimentación a base de verduras y zumos naturales. Sigo una dieta con muy poca carne. Sin llegar al veganismo, pero la restringí muchísimo. Y es un tipo de alimentación que he ido manteniendo y me fue muy bien durante la preparación para la Titan. La comida es esencial.
¿Tienes nuevos retos en mente?
El año pasado hicimos varios retos, entre ellos hacer etapas del Tour de Francia con varios puertos míticos. Este año también teníamos preparado hacer varios puertos con bici de carretera, pero con todo lo de la pandemia ha quedado pospuesto. Pero sí: para mí ahora plantearme un reto anual o participar de los de otra gente me hace disfrutar mucho.
“La vida tiene muchas oportunidades si nos atrevemos. Ser valiente vale la pena”
“Ser valiente vale mucho la pena”, dices en Instagram. Es una buena filosofía.
Sí. Y es algo que le digo a todo el mundo: atrévete y ya verás. Vas a disfrutar. Si no lo consigues, lo conseguirás mañana. Yo antes era más tímida. Nunca hubiera entrado en Instagram, por ejemplo. La vida tiene muchas oportunidades si nos atrevemos. Ser valiente vale la pena. Es la manera de salir de los malos momentos y de disfrutar a tope de los buenos.
Sin embargo, a veces la actitud no lo es todo. Es clave la investigación, la política… incluso la suerte.
Sin duda: todo ello es fundamental. Y hay que recordar que hay mucha gente que no lo consigue. Por eso es importantísimo trabajar para dar visibilidad al cáncer y a otras muchas enfermedades. Por eso es importantísimo que haya investigación, un apoyo decidido a la ciencia y recursos para mejorar nuestra calidad de vida. La política, si no mejora la calidad de vida y da oportunidades a los ciudadanos, no tiene sentido. Y todos estamos poniendo nuestro granito de arena en un sentido o en otro. Con nuestro voto, con dónde destinamos la parte correspondiente de la declaración de la renta, con nuestro trabajo… Todo cuenta.