Las sospechas ya habían surgido en otros casos, pero acaba de hacerse realidad: la Unión Ciclista Internacional (UCI) ha abierto una investigación en torno a Femke Van den Driessche, una ciclista belga que podría haber usado un motor eléctrico durante los Mundiales de ciclocross de Heusden-Zolder.
La UCI difundió hace unas horas un comunicado en el que, “siguiendo las regulaciones sobre fraude tecnológico”, confirmó estar investigando una de las bicicletas empleadas en la carrera femenina sub-23. Poco después, la federación belga fue más allá al hacer público el nombre de la “sospechosa”, Van der Driessche, que no pudo terminar la carrera por una avería “mecánica”.
Uno de los comisarios de la prueba declaró estar “en shock” ante lo ocurrido, mientras el padre de la acusada aseguró en un periódico belga, De Standaard, que la bicicleta requisada “no es la de Femke”.
Con lágrimas en los ojos, también la propia afectada asegura ser inocente. En una entrevista a un medio local, Sporza, Femke Van den Driessche dijo que “no sabía absolutamente nada”, y aseguró que la bicicleta era “de un amigo que entrenó conmigo”. La corredora podría ser sancionada con un mínimo de 6 meses.