La bicicleta es, por naturaleza, un contenedor de historias emocionantes. Quienes hacemos Ciclosfera lo sabemos bien. No en vano, llevamos más de seis años contando algunas de ellas… y las que nos quedan por contar.
La historia de la abuela de Eugene Fusco, un joven de Pennsylvania (EEUU), es la de tantas personas que nunca pudieron tener una bicicleta. Cuando su hijo de 6 años aprendió a montar en bicicleta, la esposa de Fusco, Sarah, se dio cuenta de lo mucho que significaría darle a su abuela la oportunidad que nunca tuvo.
Y es que la matriarca de la familia llevaba mucho tiempo lamentando no haber tenido la oportunidad de pedalear. Un sueño que tenía “desde mucho antes de que yo fuera parte de la familia”, ha contado Sarah a la web de *NBC New York, *que se ha hecho eco de la historia. Al ver a su hijo pedalear, a Eugene “se le encendió una bombilla”, relata Sarah.
Viejas piezas, nuevas ilusiones
El hijo de Eugene, Andrew, comenzó a recolectar piezas de bicicleta. Compró un triciclo viejo y una silla de oficina de una tienda de segunda mano, entre otros artículos para, con ayuda de su padre, construir un tándem usando la silla de ruedas de la abuela.
Una vez la bicicleta estuvo terminada, la familia entera acudió a la sorpresa que tenían preparada para la abuela: un paseo por la vereda del río Schuylkill. Con la ayuda de sus hijos y nietos, se subió al tándem y se dejó llevar. El resultado son unas entrañables fotos familiares que muestran, una vez más, que pocas cosas como una bicicleta para hacer sonreír a alguien, independientemente de su edad.