Esta bicicleta de corte futurista llamada Spacelander se ha convertido en el icono de una época. Todo un ejercicio de estilo que refleja de forma única el impacto la ingeniería aeroespacial.
Su autor, Benjamin Bowden, fue un diseñador industrial británico que destacó, sobre todo, por el diseño de novedosos coches como el deportivo Healey Elliot, de 1947, el primer automóvil británico en alcanzar las 100 mph (160 km/h). Pero su talento automovilístico también le llevó a diseñar otro tipo de coches: como el modelo blindado que usaron durante la Segunda Guerra Mundial personajes de la talla de Wisnton Churchill o George VI.
Sin embargo, el ingenio de Bowden se materializó en la legendaria bicicleta llamada Bowden Spacelander, un modelo nacido en plena carrera espacial y convertido ahora en un codiciado objeto de deseo por parte de los coleccionistas. Inspirada en un primer modelo aerodinámico de aluminio prensado llamado Classic (diseñado para la exposición de 1946 Britain Can Make It), la Spacelander nació, sin embargo, en suelo norteamericano en 1960. Aunque conservó su línea futurista, Bowden y el fabricante (una empresa de fabricación de molduras llamada George Morrell Corporation) decidieron sustituir el aluminio por fibra de carbono y una cadena convencional, abandonando la dinamo de buje presente en la Classic.
Su éxito llegará en 1980, dos décadas más tarde
Lanzada en varios colores (llamados pomposamente Negro Carbón, Acantilados Blancos de Dover, Prado Verde, Azul del Espacio Exterior y Rojo Semáforo), la Bowlander no obtuvo el éxito esperado. En parte por su elevado coste: 89,50 dólares, que la conviertieron en una de la bicicletas más caras del mercado, pero también por su peculiar y frágil diseño, que no terminaba de convencer a los distribuidores.
Sin embargo, dos décadas más tarde, los encantos de esta peculiar bicicleta espacial llevaron a dos amantes de la bicicleta, John Howland y Michael Kaplan, a hacerse con los derechos de la marca para fabricar varias reproducciones -la primera se vendió por 4.000 dólares en 1988- que perfeccionaron el modelo original, devolviéndole el merecido protagonismo que se merece. Como es lógico, los coleccionistas buscan, sobre todo, el modelo original: uno de los 522 que llegaron a fabricarse.