Un cementerio de bicicletas
Aparcar en Nueva York es el horror. Pocos anclajes, multas de hasta 1.000 dólares por atar la bicicleta a un árbol y decenas de viejas monturas hacinadas en aparcamientos. Para rematarlo, una normativa imprecisa: las posibilidades de que la Policía inmovilice tu máquina son infinitas.