No es solo una metáfora: a más de 10.000 kilómetros de distancia y con una diferencia horaria de siete horas, volar a Taiwán es algo parecido a viajar en el tiempo. Cuando nos despertamos en España en Taiwán ya hacen balance del día. Algo parecido pasa con la industria ciclista: su volumen de producción, cifras de exportaciones y, en general, papel protagonista en el mercado mundial permiten conocer y, más importante, prever qué ocurrirá en los próximos años.
La posibilidad de viajar y saber más sobre el Taipei Cycle Show de 2020, que algunos de los mayores fabricantes y proveedores del planeta nos desvelen sus cifras y metodologías de trabajo o, por supuesto, el poder recorrer sus inmensas y futuristas fábricas era algo parecido a un regalo. Y lo hemos aprovechado: por tercera vez, Ciclosfera ha sido elegida entre un selecto grupo de medios internacionales para viajar al corazón del ciclismo. Estas son nuestras impresiones.
Feria mundial
Taipei Cycle Show 2020 se celebrará del 4 al 7 de marzo. Por volumen, hablamos de la segunda mayor feria ciclista del mundo, un evento que intenta convertirse en algo más que una enorme plataforma comercial y ser, también, un importante promotor de la cultura ciclista. Así, en la edición de 2020 tendrán más relevancia sectores como el cicloturismo, con la presencia activa en la feria del Ministerio de Turismo local y su equivalente en Japón promocionando rutas. O, por primera vez y como ejemplo también sintomático, Taipei Cycle Show dedicará una importante superficie a la moda y vida ciclista, donde fabricantes de bicis, ropa o accesorios intentar compartir tendencias, emociones y estilos.
Todo eso no evita que, por supuesto, el gran objetivo del evento sea el negocio. Sus organizadores aseguran que la actividad comercial se incrementará hasta en un 17%, con la mirada puesta, cada vez más, en las bicicletas eléctricas. E-bikes, motores, baterías, componentes… Cualquier cosa relacionada con el pedaleo asistido atraerá la atención empresarial de casi todos los presentes, entre los que, por cierto, cada vez hay más extranjeros. Según la organización, el 25% de los expositores proceden de empresas de fuera de Taiwán.
La gran fábrica
“La industria de la bicicleta de Taiwán está entrando en una nueva era”. Nos lo asegura Michael Tseng, director de la Asociación de la Bicicleta de Taiwán (TBA) y CEO de Merida Bikes. Las cifras siguen siendo alentadoras. El negocio sigue creciendo. En los tres primeros trimestres de 2019, Taiwán exportó un 11% más que en la misma fecha del año anterior. Pero, sobre todo, las cifras se convierten en hiperbólicas cuando se refieren al mercado eléctrico, cuyas exportaciones crecieron un 131,42% y cuya facturación también se duplicó (un 119,51% más).
Todas estas cifras suponen una radiografía, casi exacta, de los movimientos, tendencias y situación del sector a nivel mundial. La bicicleta convencional retrocede: poco a poco (en cuanto a volumen un 1,12%, en cuanto a facturación un 7,55%), pero de forma constante. En cambio, el ejército de eléctricas conquista mercados sin pausa. Pasa en Europa, el importador del 46,88% de productos ciclistas fabricados en Taiwán. También en Estados Unidos (junto a México y Canadá, miembros del NAFTA e importadores del 36,35% del total). Y pasa, claro, en España: por detrás de Países Bajos, Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido, el quinto importador mundial de bicicletas eléctricas taiwanesas, con un 157% más de máquinas que en 2018.
La nueva era
No, no es lo mismo concebir, fabricar o exportar una e-bike que una bicicleta convencional. Pero hay que hacerlo para sobrevivir: uno de cada tres euros generados por el negocio de la bici ya proceden del mercado eléctrico. Una transición que exige, como también nos explicaba Tseng, cambios fundamentales a nivel empresarial. Los procesos de trabajo cambian drásticamente y, en ese sentido, es apasionante ver personalmente en las fábricas como cambios de filosofía más que consolidados en otras industrias, como el software y los videojuegos, se implementan ahora en el ciclismo. Hablamos de cómo las metodologías ágiles están cambiando de manera radical la forma de trabajar de trabajo.
La linea de trabajo tradicional, donde cada una crea, repetitivamente, la misma parte durante semanas o meses, se está reemplazando por líneas mucho más dinámicas que fabrican una pieza completa de principio a fin, algo que permite mejorar los procesos y la calidad de las bicis. Estos cambios están permitiendo que las fábricas de Taiwan se adapten a las nuevas formas de distribución o comercialización que impuso Internet, la popularización de las e-bikes y todo lo que eso implica (cuadros y accesorios más exigentes y complejos, integración cada vez mayor del ciclismo en un entorno digital, la certeza de que pronto muchas bicicletas estarán online y conectarán a usuario y máquina con los fabricantes) ha precipitado que las metodologías agiles se impongan. ¿El resultado? Por ejemplo, un reajuste de escalas de producción para reducir “tiradas” y ser mucho más ágil frente a tendencias, novedades o problemas en el proceso de fabricación. Paseando por las fábricas de Taichung también comprobamos el nuevo rol de los trabajadores: en lugar de simples “eslabones” de una cadena de producción existe el firme propósito (y necesidad) de formarles cada vez más. Si saben más, si acumulan conocimiento y experiencia, serán más flexibles y más polivalentes, lo que también permitirá reorganizar equipos con más eficiencia y velocidad.
Máquinas con alma
Eso sí: recorrer las instalaciones de SRAM, Tektro, Jagwire o Fritz Jou sigue impactando. Impacta, por ejemplo, contemplar como robots transforman en unas pocas horas un ladrillo compacto de aluminio en el cuadro casi finalizado de una bicicleta. Hace algo más de una década, presenciar la fabricación de un ordenador portátil Apple con una carcasa unibody resultaba fascinante. Ahora ya podemos ver algo muy parecido asistiendo a la formación del “esqueleto” de una e-bike.
Sí: un notebook y una bicicleta son muy distintos, pero cada vez menos. En cuanto a hardware, sin duda, la bici es muchísimo más exigente. La bicicleta es el paradigma de la movilidad, y eso es sinónimo de aceleraciones, vibraciones, cargas, impactos. Que los robots sean capaces de proporcionarnos cuadros y componentes capaces de satisfacer tamañas exigencias físicas es fascinante. Pero hay algo más: con el auge de las eléctricas, las bicis están cada vez más conectadas al mundo. Más inteligencia en los controladores de potencia. Más eficiencia en cableados, ventiladores, difusores. Interfaces de integración con los hábitos del usuario. En resumen: más conocimiento. Más tecnología.
Ver “nacer” una bicicleta en esta inmensa incubadora ciclista que es Taiwán es casi mágico. Contemplar cómo las líneas de montaje se simplifican y el ensamblado se alimenta y desarrolla con la máxima eficacia. Pero, también, ver cómo esa bicicleta recién creada cuenta desde el primer momento con un “alma”. Con un chip RFID y un código QR que nos habla, contándonos de dónde viene esa máquina, por qué manos va pasando, hacia dónde va. Tecnología que avisa a sus fabricantes dónde se produjo el error que la impidió ser perfecta. Datos que también la llevarán a tu casa.
Hasta el lugar donde descubrirá el propósito maravilloso para el que fue concebida: que la uses. Sí, hemos estado en el futuro. Y, por suerte, hay millones de bicicletas esperándonos allí, entre ellas probablemente la tuya.
[Este reportaje forma parte de la edición impresa de Ciclosfera #31. Lee el número completo aquí]