La gran mayoría de los conductores que nos cruzamos cada día son respetuosos. Pero desgraciadamente también vemos infinidad de conductores incívicos y temerarios que ponen en peligro no solo a los ciclistas, sino también a peatones, motoristas e incluso a otros conductores. Estas son las situaciones más irritantes y que más urge erradicar de nuestras calles.
1. La distancia de seguridad no es para mí. “¿Distancia? ¿Qué distancia?” Eso es lo que deben pensar algunos conductores. Son aquellos que se nos pegan al trasero creando una tensión innecesaria: si damos un frenazo inesperado corremos el riesgo de ser arrollados. Estrés.
2. El acelerón absurdo. Absurdo porque, en el 95% de los casos, ese furioso incremento de la velocidad sólo llega hasta el siguiente semáforo, cuando volvemos a cruzarnos con el enfurecido conductor. En muchas ocasiones, el acelerón procede de un vehículo de alta gama, cuyo propietario parece querer dejar claro que, además de ostentoso, su vehículo es más ruidoso, veloz y poderoso que el nuestro… ¿Otra cosa que no nos gusta? ¡Cuando el acelerón se ve acompañado por una nube de humo venenoso! Por favor… ¡Que alguien controle, multe, prohiba circular a esas máquinas de envenenar a la gente!
3. Los intermitentes, ese adorno inútil. A veces tenemos ganas de situarnos al lado de algunos conductores, pedirles que bajen la ventanilla y explicarles educadamente que tienen algo colgando a la izquierda del volante. Algo que se llama intermitente, que sirve para indicar los movimientos al resto de usuarios de la vía y que no, no se gasta.
Pitidos y acelerones absurdos, escasa distancia de seguridad… ¡Más educación y humanidad, por favor!
4. El pitido incesante. Todos los ciclistas urbanos lo hemos vivido alguna vez: circulamos plácidamente por una calle de un sólo sentido… hasta que un concuctor impaciente decide que somos un estorbo. Y pita. Y vuelve a pitar. Lo mejor, como siempre, es conservar la calma y explicarle que en vías urbanas tenemos el derecho (y la obligación) de circular por el centro de la calzada. Y que asustar a un ciclista con un sonoro claxon es una actitud peligrosa.
5. Los adelantamientos que te “peinan”. Lo de guardar un metro y medio de distancia parece ciencia-ficción para algunos. ¿Hace falta que vayamos con un palo de metro y medio para que todos lo entiendan?
6. Los ciclistas a toda velocidad por la acera. Sí, también hay hueco para la autocrítica en esta colección de conductas incívicas. Y no nos cansaremos de decirlo: cada ciclista que circula por la acera como si fuera su propia calzada, atemorizando a los peatones, daña la imagen de todo el colectivo ciclista.