Fue allí, en 1896, donde los hermanos Gauthier fabricaron la primera bicicleta francesa, inspirada en la Safety creada por el inglés John Starley doce años antes. También en Saint Etienne el dúo Étienne Mimard y Pierre Blachon crearon la legendaria marca Hirondelle, que poco tiempo después, durante los años 20, encabezaría la época dorada de la industria de la bicicleta en Saint-Étienne.
Por entonces, la ciudad era un hervidero ciclista: las grandes empresas empezaron a construir sus propias máquinas y a diseñar nuevos modelos que constituían catálogos cada vez más amplios, al mismo tiempo que la oferta de piezas de repuesto crecía con piezas de coleccionistas como los desviadores Lyotard, los cubos Haubtmann o las ruedas libres de J. Moyne.
En 1939, Francia era el tercer país fabricante mundial detrás del Reino Unido y Alemania, y Saint-Étienne se consideraba la capital francesa de la bicicleta. En 1946, nueve de cada diez bicis francesas de ruedas libres se fabricaban allí, gracias a la actividad local en la industria mecánica, del acero y, sobre todo, del armamento, muy vinculado entonces con la fabricación de bicis.
Marcas como Ravat, Cyclo, Mercier o la mencionada Hirondelle obtuvieron fama mundial, y ahora son las protagonistas de La bicicleta en Saint-Étienne, un siglo de saber hacer, exposición que puede verse hasta el próximo 5 de enero. En la muestra, que ocupa 420 metros cuadrados del Museo de Arte y Industria local, se agolpan hasta 130 objetos de muy diferentes épocas: bicicletas de carreras o urbanas, piezas de repuesto, anuncios, catálogos de fabricantes, postales, revistas antiguas… Todo un arsenal de recuerdos y tesoros capaces de llevarnos a otra época, una era fantástica repleta de invenciones como los cuadros Vitus, los frenos CLB o el pedalier Stronglight.
Los años pasaron y, sin embargo, el auge del automóvil o la competencia más barata de otros lugares dieron paso al declive de la industria. El alma de la bicicleta, sin embargo, quedó marcada en el espíritu de Saint-Etienn, y buena prueba es esta magnífica exposición y el cada vez mayor número de bicicleta surcando las calles de la ciudad. ¡Ojalá regresen los tiempos gloriosos, y vuelvan esta vez para quedarse!