El ciclismo clásico es una constante fuente de inspiración. No sólo para carreras como la Eroica o la Clásica Otero, sino también en la estética y en el estilo de vida. Cada vez son más los ciclistas urbanos que retoman las formas y materiales de viejos componentes, accesorios y prendas que, lejos de morir, se han reinventado con el paso de los años y las décadas.
Con esa realidad en mente, Joan Bonmatí y Joan Esteve (los Juanes, como muchos les conocen) dieron vida en 2011 a Proou. Una marca que empezó comercializando diversos artículos de moda ciclista y que, con el tiempo, se ha especializado en las zapatillas. Pero no unas zapatillas cualquiera, sino unas realizadas de manera artesanal por el maestro zapatero ciclista Orestes Ribó, hijo de la auténtica leyenda del mismo nombre que empezó a confeccionar calzado ciclista en 1945.
“Ante todo, somos ciclistas urbanos”, cuenta a Ciclosfera Joan Bonmatí. “En 2011, mi compañero Joan, que es diseñador industrial y trabajaba con muebles, empezó a fabricar guardabarros artesanos. De ahí pasamos a hacer distintos productos, pero al final hemos decidido centrarnos casi exclusivamente en las zapatillas”.
“Nuestras zapatillas están pensadas para pedalear, pero también para ir elegante”
“Nuestos productos tienen una línea estética muy marcada”, explica Joan. “Están inspiradas en las zapatillas clásicas, pero obviamente adaptadas a la actualidad y pensadas para el commuter que quiere utilzarlas para pedalear hasta su puesto de trabajo y, al mismo tiempo, llevar un calzado elegante. Hemos trabajado conjuntamente con Orestes Ribó para dar con una horma igual a la que se utilizaba entre los años 40 y 60, pero con ligeros cambios para que la zapatilla sea más cómoda y resistente”.
“Confeccionar estas zapatillas de manera artesanal hace que te fijes mucho más en los detalles”, explica el propio Orestes Ribó. “Además, todos y cada uno de los materiales empleados son de primerísima calidad”. Para Ribó, trabajar mano a mano con Proou es algo más que una relación puramente comercial. “Estamos en el mismo barco. Ellos no me ven como a un mero proveedor y yo no les veo a ellos como simples clientes, sino que trabajamos conjuntamente para que el proyecto salga adelante, como si fuéramos una sola empresa”.
Una cosa está clara: aunque son muchos los consumidores que sólo miran el precio cuando buscan un producto, cada vez son más los que valoran un trabajo realizado desde el cariño, en España y en manos artesanas. Bonmatí y Orestes lo confirman. “Cuando la gente ve algo de gran calidad y hecho a mano por un artesano, lo aprecia”, apunta el primero. “Creo que este tipo de productos tienen un valor añadido que el cliente valora”, señala el segundo.
Pese a ese valor añadido, que nadie espere un precio desorbitado. “No queremos que las zapatillas de Proou sean un producto elitista enfocado solo a unos pocos. No tenemos súper márgenes, pero no queremos subir el precio”. Un precio que se sitúa en los 105 euros en el caso de estas zapatillas artesanas. Más que razonable para un artículo absolutamente único en su especie.