Esta historia empieza en Billund, una pequeña localidad en el centro de Dinamarca donde, en 1934, nació Lego, una marca de juguetes creada por un carpintero angustiado por la falta de trabajo. El resto es bien sabido: con el paso del tiempo la firma se hizo cada vez más popular hasta, incluso, convertirse en una exitosa franquicia del entretenimiento gracias a videojuegos, series de televisión o blockbusters como La Lego Película (2014), La Lego Película 2 (2019) y spin offs como Batman: La Lego Película (2017) o* La Lego Ninjago película,* del mismo año.
Mientras ocurría todo esto un espigado muchacho de Zilina, Eslovaquia, se convertía en el ciclista más famoso del mundo. Porque Peter Sagan, nacido en 1990, es uno de esos deportistas distintos a los demás, un tipo capaz de ganar el Mundial de Ciclismo en Ruta en tres ocasiones o convertirse en el único ciclista capaz de ganar en siete ocasiones el premio a la regularidad del Tour, pero también de firmar un autógrafo en plena ascensión al Tourmalet y dejar para el recuerdo caballitos épicos, derrapes imposibles y todo tipo de momentos irrepetibles marcados por su enorme sentido del humor.
Trabajo meticuloso
Millones de personas viven fascinadas por Sagan. Una de ellas, y es aquí cuando todos los caminos se cruzan, es su compatriota Miroslav Stolarik, un amante del ciclismo de 38 años que decidió ir un paso más allá y combinar esa admiración con otra de sus grandes pasiones: las construcciones de Lego. “En 2015, e inspirado por el lanzamiento de las Lego películas, empecé a crear pequeños vídeos de stop motion utilizando mis miles de piezas”, explica Stolarik a Ciclosfera. “Después de pulir un poco mi estilo, decidí que sería Sagan quien los protagonizase: siempre fui su fan”, cuenta Stolarik, “además de por sus triunfos por su alegría y la diversión que trajo al ciclismo profesional”.
Es así como el descacharrante y enloquecido estilo visual que destilan las Lego películas se trasladó, de forma muchísimo más modesta, al mundo del ciclismo y de Sagan. Stolarik, que trabaja como diseñador de estructuras en el campo de la arquitectura, se centró primero en dar vida al propio Sagan, replicando su rostro (“creo que eso fue lo más complicado”, reconoce) y su atuendo en un mundo plastificado y virtual. Para conseguirlo usó el software para dibujo 2D y modelado 3D Autocad, al que recurren arquitectos de todo el mundo, y una vez creado el protagonista se dedicó a repasar vídeos en Internet con algunos de los grandes momentos de Sagan. ¿El resultado? Imprimir, recortar y pegar sus ‘Sagan-muñecos’ en piezas seleccionadas de su colección personal de Lego , y empezar a darles vida replicando cada una de las escenas y realizando sesiones de fotos cuadro por cuadro, para después editar los vídeos y colgarlos en YouTube e Instagram.
Embajador universal
El encanto de su trabajo es innegable. En julio de 2018, por ejemplo, el mini-Sagan de plástico mostraba al mundo a través de Instagram su nueva Specialized Tarmac. Un mes después, un eufórico Lego-Sagan vestido con su inseparable maillot verde bromea con Chris Froome en un colorido mundo de piezas de plástico. Y así, mucho más material: caballitos de arco iris cautivando a rivales y público, goles entre carcajadas marcados con su rueda delantera, exhibición de carisma frente a las cámaras… Distintas piezas que recogen a la perfección el alma del ciclista eslovaco, sumándole un plus de inocencia e infantilismo sencillamente entrañable.
“Sus trucos, sus bromas, sus respuestas directas en las entrevistas… No sé muy bien qué es lo que más me gusta de Sagan”, nos dice Stolarik, que finalmente se queda con el que, probablemente, es el aspecto más irrepetible de su compatriota: su capacidad para contagiar la pasión y la diversión que pueden generar las bicis. “Mucha gente ha comenzado a amar el ciclismo e, incluso, a usar la bici como medio de transporte habitual gracias a él”, reflexiona Stolarik. “Es un fenómeno que ha pasado especialmente en nuestro país, Eslovaquia, pero que creo que es perceptible en cualquier otro lugar del mundo. Esa es, seguro, la más valiosa de sus victorias”.
[Este reportaje forma parte de la edición impresa de Ciclosfera #31. Lee el número completo aquí]