Hace años que las bicicletas plegables forman parte del paisaje urbano. En los últimos tiempos, infinidad de modelos diferentes han ido tomando las calles gracias a las que siguen siendo ventajas imbatibles: el poco espacio que ocupan, su ligereza y la posibilidad de combinarlas con el transporte público.
Entre todas esas marcas, la firma española Ossby se ha ido haciendo un importante hueco. Lo ha hecho desde abajo y como nos gustan las cosas en Ciclosfera: con grandes dosis de ilusión y trabajo duro.
“Ossby la fundamos mi marido y yo en 2011”, cuenta Caricia Mondragón, directora ejecutiva de la marca. “Siempre nos ha gustado la bicicleta, pero como usuarios. Veíamos que el mercado crecía y que, poco a poco, la gente se iba concienciando en el uso de la bicicleta, por lo que nos decidimos a crear nuestra propia marca”.
“Teníamos que buscar algo diferente e impactante para abrirnos un hueco en el mercado”
Los fundadores de Ossby tenían una cosa clara: “Siendo una marca pequeña teníamos que buscar algo diferente e impactante para abrirnos un hueco en el mercado. Empezamos a investigar en mercados internacionales: EE UU, Asia, Holanda…. Decidimos que lo nuestro era la bici plegable y encontramos un modelo en Asia que nos gustó mucho, pero que tenía ciertas carencias. La trajimos a España y la mejoramos: modificamos el cuadro y empezamos a buscar proveedores y distribuidores de todo el mundo”.
El resultado de todo el proceso es una bicicleta sencillamente distinta. “El diseño, la facilidad de plegado, la relación calidad-precio… Hay muchas cosas que distinguen a una Ossby”, apunta Mondragón. Pero pocas como subirte a una de ellas y probar las sensaciones de pedalear. “La gente se sorprende muchísimo. La posición es natural y cómoda, y la bicicleta es muy estable. Tanto, que a los pocos minutos se te olvida que pedaleas con unas ruedas tan pequeñas. De hecho, hay quien piensa que eso va a provocar que no puedas avanzar a gran velocidad: nada más lejos de la realidad”.
“A los pocos minutos se te olvida que pedaleas con unas ruedas tan pequeñas”
Si hubiera que definir la Ossby con una sola palabra, Mondragón tiene muy claro cuál sería: “juguetona”. Y es que circular con ella es pura diversión, en parte por un exclusivo manillar cuyo ángulo de giro te permite meterte por donde quieras.
Tres modelos, tres estilos
Ossby cuenta con tres modelos en el mercado: Arrow. Curve y eléctrica. Las tres cuentan con componentes de gran calidad, aunque con características similares. La Arrow tiene tres velocidades, mientras que la Curve tiene cinco, ambas en un buje interno de la prestigiosa firma Sturmey Archer. El peso es sorprendentemente bajo: 12 y 13 kilogramos, respectivamente. Por su parte, el modelo eléctrico cuenta con las mismas características de la Curve pero con un motor en la rueda delantera que, junto a la batería, apenas suma dos kilos más, dejando al conjunto en 15 kilos, mucho menos que la gran mayoría de bicicletas eléctricas del mercado.
¿Y cuál es el perfil del cliente que compra una Ossby? “Hay un poco de todo. Tiene que ser alguien un poco atrevido, al que le gusten las cosas diferentes. Porque está claro que si llevas una Ossby, la gente te va a mirar por la calle. Tenemos muchos clientes que han tenido una relación estrecha con la bici, pero que por algún motivo la han dejado y ahora deciden volver a ella. El rango de edad estaría entre los 30 y los 50 años, aunque también tenemos gente de más edad a la que la rueda delantera, al ser más pequeña, le da más seguridad a la hora de pedalear”.
“Si llevas una Ossby, la gente te va a mirar por la calle”
Hay un elemento que cada vez más gente valora especialmente: el sello ‘made in’ Spain. “Es cierto”, reconoce Mondragón. “Aunque también es verdad que, a la hora de mirar el precio de las cosas, también nos gusta el ‘made in’ China”, bromea. “A base de movernos mucho hemos conseguido eliminar intermediarios y tener un precio final que consideramos muy competitivo: la Arrow cuesta 335 euros, que suben hasta 540 en el caso de la Curve y 1.375 en el del modelo eléctrico de Ossby.
Aunque Ossby empezó vendiendo sus modelos a través de su página web, hoy en día su red de distribuidores juega un papel esencial. “Para la gente es muy importante ver, tocar y sobre todo probar una bicicleta como la nuestra. Porque la sensación de verla es muy diferente a la de probarla. Desde el principio hemos trabajado con tiendas pequeñas. Establecimientos que aprecian el producto y la trayectoria de la marca, y a las que procuramos cuidar. De hecho, algunos están tanto o más enamorado de nuestras bicis que nosotros mismos”.
De eso no nos cabe ninguna duda. Porque probar una Ossby equivale, inevitablemente, a quedarse prendado de su versatilidad y suss bondades. ¿Te subes?