1. Elige la bicicleta que más te conviene.
Hace años las fixies estaban de moda, pero no todo el mundo estaba preparado para rodar a piñón fijo. Lo mismo pasa con el resto: no te dejes llevar por modas y piensa en qué tipo de bicicleta se ajusta más a tus necesidades: ¿vas a combinarla con transporte público y tienes poco espacio en casa? Quizá necesites una plegable. ¿La quieres usar también para salir el fin de semana al campo? Prueba con una híbrida o una de montaña. ¿Vives en una ciudad absolutamente plana? Quizá una de paseo. ¿En una donde hay más cuestas que en Toledo? Piensa en una eléctrica. Hay una bici para cada tipo de ciclista.
2. Ve de menos a más.
Si hace años que no coges una bicicleta, puedes comenzar en un parque para volver a familiarizarte con la sensación del pedaleo. Lo siguiente será hacerlo en la calle: sal a rodar un domingo, por la mañana temprano, cuando apenas hay tráfico. Prueba a recorrer a esas horas los itinerarios que vayas a hacer a diario. Es normal que te fatigues al principio, pero no te agobies más de la cuenta: la bici es enormemente agradecida, y pronto empezarás a notar una mejora sustancial en tu resistencia física.
3. Estudia tus rutas.
Olvídate de todo lo que creías saber hasta ahora sobre tu ciudad: en bicicleta es distinto… ¡y mucho más divertido! Eso sí: de cara a las primeras semanas te conviene estudiar rutas alternativas que te lleven a tu destino: busca las calles tranquilas, pues serán tus mejores aliadas para terminar de coger la confianza necesaria sin el tráfico de las grandes avenidas.
4. Reclama tu espacio.
Una vez decidas lanzarte a recorrer la ciudad, y a no ser que vivas en un lugar plagado de carriles bici, habrás de circular por la calzada. No lo dudes: ese es tu lugar, nunca la acera. Y no pegado al margen derecho, como los ciclistas en carretera, sino por el centro del carril. Así evitarás que los coches te adelanten rozándote y sin guardar la distancia de seguridad: para hacerlo deberán cambiar de carril.
5. Cambia el miedo por el respeto.
El temor atenaza y debes desterrarlo, pero el respeto es fundamental. Pon siempre tus cinco sentidos en lo que estás haciendo. No olvides que eres un vehículo y como tal debes circular: respetando las normas del tráfico. Pedalea tranquilo y a tu ritmo. Y si a alguno le molesta la presencia de bicis en las calles… que se vaya acostumbrando.
6. Piensa en tu seguridad… y en la de tu bici.
Hazte ver: señaliza todos y cada uno de tus movimientos. Y por la noche no olvides llevar contigo una buena luz delantera y otra trasera. Los elementos reflectantes también son aliados perfectos. Y el casco, aunque no es obligatorio, siempre es recomendable. No pienses sólo en tu seguridad: también en la de tu bicicleta: un buen candado (mejor una U) es una compra obligada una vez empiezas a moverte en bici por la ciudad. Cándala siempre del cuadro a un elemento fijo del mobiliario urbano, nunca de las ruedas.
7. Mecánica: aprende lo fundamental.
No hace falta que seas un fuera de serie ni que sepas montar y desmontar una bici con los ojos cerrados, pero sí que adquieras un par de nociones básicas. Cosas como saber arreglar un pinchazo o ajustar los frenos pueden serte muy útiles en un momento determinado. O si no, al menos, ten controladas las tiendas o talleres donde te pueden sacar de un apuro cuando lo necesites.
8. Extiende la palabra.
Ya eres un ciclista urbano más. Ahora convence a todos aquellos amigos y conocidos que se lo puedan estar pensando. ¡Necesitamos muchos más ciclistas en las calles!
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