Da igual que los atropellos a peatones por parte de ciclistas sean escasos. Poco importa que en 2015 sólo se produjera en Barcelona uno con consecuencias graves. Ha bastado que una política muy conocida en Cataluña como Muriel Casals, diputada de Junts Pel Sí, haya sufrido un accidente en el que se ha visto involucrado un ciclista para que la polémica haya vuelto a los medios.
Los hechos ocurrieron el pasado fin de semana, cuando la política fue golpeada por una bicicleta en la confluencia de las calles Urgell y Provença. Una intersección regulada por semáforos en la que se cruzan, además de los coches, cuatro carriles bici. Como consecuencia del accidente, Casals fue ingresada en la UCI del Hospital Clínic de Barcelona con un traumatismo craneoencefálico y una fractura de pelvis.
Este martes hemos sabido que el ciclista respetó los semáforos, según ha declarado a la Unidad de Accidentes de la Guardia Urbana de Barcelona que se hace cargo de la investigación. Una versión que ha sido ratificada por cinco testigos, que aseguran que el semáforo estaba en verde para el ciclista. Pero el juicio público ya estaba hecho: antes conocerse la citada declaración del ciclista, algunos habían aprovechado para volcar en las redes sociales su animadversión hacia los ciudadanos que se mueven en bicicleta. “Invaden las aceras”. “No respetan las señales de tráfico”. “Son un peligro público”. “Todos los días nos atropellan a todos”. Palabras que, desgraciadamente, estamos muy acostumbrados a escuchar.
Desde Ciclosfera siempre nos llamó la atención el hecho, nada casual, de que cada vez que un ciclista incurre en una infracción o se ve involucrado en un percance como este, incluso sin tener la culpa, como parece el caso, son muchos los ciudadanos que se aprestan a hacer una generalización injusta que rara vez se aplica a los conductores de vehículos a motor. Como si fuéramos todos la misma cosa. Como si cada vez que uno de nosotros mete la pata, todos fuéramos culpables.
Deseamos una pronta y exitosa recuperación a Muriel Casals y queremos que se esclarezcan las circunstancias de este accidente. Pero también de los muchos otros que cada día se producen en nuestras ciudades, en los que los protagonistas son peatones y ciclistas anónimos atropellados por vehículos a motor, y de los que los medios de comunicación apenas hablan. Y deseamos, sobre todo, que Barcelona sea cada vez más y más ciclista. Porque eso redundará en una mayor seguridad para todos.