Hay personas cuya historia es, en realidad, la suma de un millón de historias. La de Michael Trimble, nacido en Ucrania en 1987, es una de ellas: acumula tantas que referirse a él como un superviviente sería quedarse cortos. Porque Michael es mucho más que eso y, sin embargo, resulta inevitable no detenerse en cada capítulo de su increíble vida.
La suya empezó en la antigua Unión Soviética, más en concreto en Chernóbil, Ucrania, donde el 26 de abril de 1986 se produjo la mayor catástrofe nuclear de la historia. Aproximadamente un año después Michael nacía sin brazos, y empezaba un triste peregrinaje de orfanato en orfanato hasta terminar en San Petersburgo, Rusia, donde poco antes de cumplir nueve años fue adoptado por una pareja de cristianos evangélicos de Pittsburgh, Pennsylvania (EE UU).
“Según ellos, Dios en persona les había dicho que tenían que adoptar a un niño sin brazos y a una niña que, aunque tenía piernas, no podía caminar”, explica Trimble en conversación exclusiva con Ciclosfera. “Desafortunadamente, mi infancia terminó en ese momento”, añade. Porque esa nueva vida no fue lo que cabía esperar, sino que dio paso a toda una serie de abusos, físicos y psicológicos, por parte de su familia adoptiva. Un infierno en el que Trimble prefiere no ahondar.
En realidad, mirando hacia atrás en el tiempo, todo parece tornar en una nebulosa confusa. “No recuerdo mucho de mi infancia en Rusia”, nos explica, “dado que la pasé en varios orfanatos. Lo que sí te puedo decir es que no me moría de hambre, a pesar de lo que suele contarse en los medios de comunicación occidentales sobre este tipo de instituciones”. Eso sí: Michael no volvió a pisar suelo soviético, porque su vida había aterrizado en Estados Unidos… y debía vivirla con la máxima intensidad.
De la bici a la política
Así fue, porque Michael no para. Haga calor o frío, llueva o luzca un sol espléndido, él siempre lleva sandalias, un complemento fundamental para su día a día. ¿Por qué? Porque, como él mismo se encarga de aclarar, sus manos están en sus pies. Y es con ellos con los que se maneja, con una destreza que deja pasmado a cualquiera: es increíble ver cómo se pone el casco, la mochila o cualquiera de los accesorios con los que se mueve a diario.
Al no tener brazos... las manos de Michael están en sus pies. Y es increíble la destreza con las que se pone el casco, la mochila o cualquier accesorio con ellos.
Porque hay algo más: su discapacidad no le ha impedido moverse en bicicleta. De hecho, lleva mucho tiempo haciéndolo, casi tanto como años viviendo en su país adoptivo. Y como todo buen amante de las bicis, recuerda su primera montura. “La tuve en Pittsburgh, Pensilvania, y era una cruiser de acero de una sola velocidad. La verdad es que no era la mejor bici para moverse pedaleando por ahí, porque la ciudad es muy montañosa”, cuenta. Ahora se desplaza en una Scott Metrix personalizada, que él llama ‘Black Mamba 2.0’ y que maneja con una larga barra en forma de U, cuyos frenos activa con el interior de su rodilla derecha y cuyas marchas cambia con un botón electrónico que pulsa con la barbilla.
“¿Que por qué me muevo en bici?”, nos dice Michael. “En primer lugar, porque es un gran ejercicio para mí, y porque es muy, muy divertido. Pero, además, me encantan las reacciones que genera en la gente cuando me ve”, reconoce. Unas reacciones lógicas ante su capacidad de reinvención, su indudable resiliencia y que se plasma también en la lucha que ha librado en torno a, por ejemplo, los derechos de los homosexuales. Un compromiso y unas innumerables dotes sociales que explican su nuevo objetivo: convertirse en gobernador de Oregón, uno de los cincuenta estados de EE UU, con algo más de cuatro millones de habitantes y cuya ciudad más conocida es Portland, aunque la capital sea Salem.
Para la gente
“Creo que el gobierno está para servir a la gente, no para enriquecer a sus funcionarios”, reflexiona Michael con solemnidad al ser preguntado por los motivos que le han llevado a meterse en la política. “Estoy harto y cansado de que los demócratas se postulen con mensajes aparentemente progresistas durante las elecciones y luego, una vez asumen el cargo, hagan todo lo contrario”, lamenta. Porque Trimble, que no para de bromear pero que, al hablar de política, se pone algo más serio, reconoce su decepción con la formación que debería representar a una persona progresista como él: el partido demócrata. Y más concretamente con Barack Obama, su gran figura durante los últimos tiempos. “Muchas personas, demasiadas, siguen alabándole cuando en realidad tuvo mayoría en el Congreso, durante sus primeros dos años casi una mayoría absoluta en el Senado, una cómoda mayoría en la Cámara… y apenas hizo nada. El primer Black Lives Matter ocurrió bajo su mandato. No hizo nada por los afroamericanos, ni por combatir décadas de racismo, ni para implementar la igualdad en este país”.
"Quiero aumentar el presupuesto destinado a ciclismo para que todo el mundo, incluida la gente con anomalías físicas, pueda pedalear y caminar con total seguridad”.
Si Trimble fuese gobernador, tiene claro cuáles serían sus prioridades. “Quiero mejorar la vida de las personas”, asegura, “y lo haré implementando límites al alquiler en todo el estado. La gente no debería pagar hasta el 80% de sus ingresos para alquilar su vivienda. También quiero asegurarme de que todo el mundo tenga derecho a recibir atención médica sin arruinarse por ello, y que todos los que quieran un trabajo bien remunerado lo obtengan”. Objetivos ambiciosos, sin duda, pero que en su opinión pueden lograrse con ganas e ilusión… Y a él le sobran. De más está decirlo, la bici también estará en su programa: “Quiero aumentar el presupuesto destinado a ciclismo”, explica, “para conseguir que todo el mundo, incluida la gente con anomalías físicas, pueda pedalear y caminar con total seguridad”.