Hay bicicletas que te hacen soñar. Fundada en el año 1988 por Luciano Passoni en la región italiana de Lombardia, Passoni es una de las marcas más reputadas del mundo gracias a sus bicicletas de titanio construidas a medida. Máquinas precisas y deslumbrantes, con el inconfundible sello italiano y un halo de exclusividad único. Pura artesanía y tecnología punta.
Con motivo de la presentación en Madrid, este jueves, de la Passoni Martini Racing Limited Edition, una de las monturas más exclusivas jamás creadas por la firma, hablamos con Matteo Cassina, copropietario de Passoni.
¿Cómo fue la presentación de ayer? ¿Cuál fue la reacción de la gente?
¡Muy bien! Fue muy interesante. Hubo mucho interés por parte de los ciclistas. La cultura del ciclismo en España tiene muchos años de historia. Yo diría que en España, Italia y Suiza, también en Bélgica, hay muchos padres y abuelos que han hecho bicicletas. Existe una cultura muy similar a la nuestra y un gran conocimiento de la historia del ciclismo y de las grandes marcas. Y al mismo tiempo hay mucha gente que se ha acercado al mundo de la bicicleta durante los últimos años. Además, el sector de la bicicleta en Italia y España atraviesa las mismos problemas: en ambos países ha existido una industria con mucha tradición que ha sido prácticamente destruida por la manufactura en Asia. Una realidad contra la que es muy difícil competir. Es hermoso que la gente siga apreciando las bicicletas en Italia, con obreros que cobran 30 veces más que lo que paga en Asia. La gente aprecia la diferencia: no es sólo una cuestión de calidad, sino que se trata de algo emociona que pasa por valorar un producto hecho a mano.
Procedes del mundo de la banca. ¿Cómo empezó tu relación con Passoni?
Me enamoré de la marca hace casi 30 años, en 1992, cuando me hubiera gustado ir a los Juegos Olímpicos de Barcelona. Vi a una persona con una Passoni y le pedí a mi padre que me comparara una. Me dijo que primero tenía que acabar mi carrera. Cuando cumplí 40 años acabé comprándome la empresa.
Hablemos de la Martini Racing Limited Edition. ¿Qué inspiró la creación de esta edición limitada
Nació de una colaboración que hemos hecho con Martini. Ellos han empezado a esponsorizar eventos relacionados con bicicletas, dado que no pueden patrocinar a equipos profesionales, como una carrera anual que discurre de Milano a nuestra fábrica de bicicletas. Con motivo de los 50 años de Martini y nuestro 30 aniversario hemos decidido hacer una bicicleta de edición limitada con los colores icónicos de la marca.
“La gente que compra una bicicleta como esta no lo hace para ponerla en la pared, sino para usarla”
¿A qué tipo de ciclista está orientado este modelo tan exclusivo?
Obviamente se trata de un modelo caro, como lo son todas las Passoni. Pero debo decir, y es algo que me sigue sorprendiendo, que la gente que compra una bicicleta como esta no lo hace para ponerla en la pared, sino para usarla. No es algo que compras sólo porque es un objeto de lujo. La gente hace hasta 15.000 kilómetros al año con ella. Muchos han hecho un desembolso importante que les ha costado un esfuerzo, renunciando con ello a otras cosas, como un reloj o una cocina nueva. Son personas que se toman su tiempo para elegir todos los componentes a la carta, desde el cuadro hasta los componentes a medida. Y muchos de ellos ni siquiera tienen coche, o si lo tienen lo usan la mitad que la bici. Lo cierto es que cuando tienes un objeto de lujo como un reloj lo luces en la muñeca, pero no te cambia la vida. Por el contrario, si tienes una bicicleta vuelves a casa mucho más sano y feliz.
Vais a realizar varias pruebas en Retrocycle (Madrid). ¿Cómo esperas que sea la reacción de la gente al subirse a una Passoni Martini Racing Limited Edition?
Ya te adelanto la reacción, porque la conozco: siempre es increíble. Subirse a una Passoni es algo muy emocional. No se trata sólo de la posición de conducción, que es muy importante, de la precisión técnica, o de los componentes: todo está cuidado hasta el ultimo detalle.
¿Cómo definirías el espíritu de Passoni en pocas palabras?
Nuestras bicicletas son atemporales, minimalistas, bellas y funcionales. Es importante aunar estos dos últimos conceptos, porque además de hacer algo de lo que te sientas orgulloso de lucir en tu salón, es un producto para usar durante toda la vida.
¿Qué dirías que hace únicas a vuestras bicicletas?
Sin duda, la obsesión por los detalles. También el precio, que es la reflexión sobre un valor intrínseco. Hay marcas de lujo que te cobran diez veces lo que vale el producto a base de un pan de marketing. Bicicletas que no cuesta hacer ni el 10% de lo que valen, que se construyen por 300 euros y se venden por 4.000. No es nuestro caso: sólo en el diseño invertimos 40 horas. A 40 euros por hora trabajada, eso se traduce en un coste de 1.600 euros. Es algo que valoran nuestros clientes. No sé de nadie que haya vendido una Passoni: la cuidan y la guardan para siempre.
“España es uno de los mejores países del mundo para ser ciclista”
¿Cuáles son vuestros planes para España? ¿Cómo veis el mercado español?
España es un lugar clave para nosotros. Un país en el que queremos vender más bicicletas, pero también un lugar donde queremos traer clientes de todo el mundo. He traído a muchos clientes con motivo de la Vuelta y lo ha pasado muy bien. España es uno de los mejores países del mundo para ser ciclista.
Sin embargo, en algunos aspectos estamos lejos de otros países…
Hay que diferenciar al ciclista que va en bici al trabajo o se mueve a pedales por la ciudad del que que sale el fin de semana y se hace 180 kilómetros. En lo que respecta a la movilidad urbana, creo que los motores eléctricos van a suponer una revolución importante. Pero que crezca el número de ciclistas pasa por un esfuerzo que tiene que hacer la municipalidad. Es un problema político. Pongamos el ejemplo de Londres: hace años no veías ni una bicicleta, pero los Juegos Olímpicos, las autopistas ciclistas, los incentivos fiscales para ayudar a la compra bicicletas o el compromiso de las empresas ha hecho que todo cambie. Hoy, casi 2 millones de personas pedalean a diario. Es algo que va a ocurrir en todas las ciudades del mundo Sencillamente tiene que pasar.
“Quien posea una infraestructura capaz de fabricar millones de bicicletas al 10% de los costes va a dominar el mercado”
En líneas generales, ¿cómo ves el sector de la bicicleta y, en concreto el de las bicicletas de alta gama?
Lo que veo desde fuera, porque he sido banquero toda mi vida, es que creo que vamos a tener unos años de competición brutal, tal y como ha sucedido en el sector del automóvil. Quien posea una infraestructura capaz de fabricar millones de bicicletas al 10% de los costes va a dominar el mercado. En ese sentido, va a haber mucha integración vertical: muchas marcas van a tener que acabar formar parte de los grandes grupos. Y se van a bajar mucho los precios. Todo ello va a provocar la desaparición de muchísimas marcas, mientras que las grandes (Merida, Giant, Specialized) van a seguir contando con inmensos complejos en Asia y la capacidad de dar un servicio cada vez más completo. Al mismo tiempo, creo que la tienda tradicional de bicicletas se va a transformar en algo más: un lugar en el que obtener asesoramiento, tomar un café y vivir una experiencia.
En ese contexto tan complejo, ¿hay hueco para una marca como Passoni, con una filosofía tan clara y exclusiva?
Es muy difícil, pero por el momento lo hemos logrado: no hemos parado de crecer en estos años. Eso sí: hay que hacerlo todo bien. Todo absolutamente perfecto. Afortunadamente contamos con aliados tecnológicos que nos permiten llegar a mucha gente. Facebook o Instagram nos dan la oportunidad de hacer que la página sea conocida mundialmente sin tener que comprar una página de publicidad por 20.000 euros. Antes había que viajar mucho para llevar tu marca a todos los rincones del planeta, mientras que hoy la tecnología permite que el cliente conozca la marca virtualmente. Creo que hay un nicho de mercado para vender 1.000 cuadros al año en el mundo. Miremos por ejemplo, a China: si vendo una bicicleta por ciudad al año en China vendo 1.200 bicicletas. Ese es mi plan. Como curiosidad: Suiza exportó el año pasado. 20.000 millones de dólares en relojes de lujo. Si hay mercado para eso, también lo hay para bicicletas como las nuestras.