Si el mundo del ciclismo tiene una meca, un lugar al que dirigirse con una devoción casi religiosa, ese lugar es el santuario de la Madonna del Ghisallo. Ubicado en la cima de una colina de la región italiana de Lombardía, allí se ubica una pequeña iglesia del siglo XI que, a principios del XX, comenzó a ser frecuentada por los ciclistas locales. Junto al santuario existe un museo ciclista en el que reposan toda clase de objetos relacionados con el mundo de la bicicleta que han ido depositando allí sus poseedores originales. Desde monturas de figuras históricas del ciclismo hasta maillots. De todo ello nos habla Lucia Rota, responsable de comunicación del Museo del Ghisallo.
¿Cómo nació el museo?
Fue fundado en octubre de 2006 por Fiorenzo Magni, al que muchos definen como el León de Flandes o el tercer hombre. Un campeón, junto a figuras como Coppi o Bartali.
Más allá del espectacular emplazamiento, ¿qué hace especial este lugar?
Todo lo que rodea al museo está dominado por el amor por el ciclismo. Por eso se le llama la casa de los ciclistas. Eso lo convierte en uno de los museos ciclistas más visitados del mundo. Y es importante recalcar eso: este no es un museo de bicicletas, sino un museo de ciclismo. Un lugar dedicado a los hombres y mujeres que han usado y usan el ciclismo en la vida cotidiana y en competiciones deportivas. Y un sitio para dar a conocer a las personas que trabajan en el mundo de las dos ruedas: atletas, fabricantes, organizadores de carreras, ejecutivos de empresas, periodistas y otras figuras quizás menos conocidas pero igualmente importantes.
“No hay una pieza más valiosa que otra: aquí todo el contexto es especial”
No es fácil llegar a lo alto de la colina…
El propio Magni declaró en su día que “subir a la colina de Ghisallo es realmente un desafío. Cuando uno ve el perfil de la iglesia y, hoy, el museo, siente un gran alivio. Especialmente para aquellos que, como yo, nunca hemos sido grandes escaladores”. Hablamos de que el gradiente total del ascenso es de 500 metros, con un promedio de alrededor del 8%, que alcanza el 14% en la sección más empinada. Incluyendo la sección plana, en el medio de la subida, el promedio es de alrededor del 5,5%. Los mejores profesionales suben a Ghisallo en menos de 20 minutos: Paolo Bettini lo subió en 19 minutos y medio en el Giro di Lombardia de 2005.
¿Qué es lo más especial del museo? ¿Cuál es la pieza más valiosa?
No hay una pieza más valiosa que otra: aquí todo el contexto es especial. Pero ya que estamos en el año del centenario del nacimiento de Fausto Coppi, podemos decir que lo más especial de 2019 es la bicicleta con la que el Campionísimo hizo el registro de la hora en 1942. Por otra parte, aquí está también la mayor colección de maglias rosas del mundo gracias a un proyecto en colaboración con la Gazzetta dello Sport.
¿Cuál es el perfil de los visitantes de la Madonna del Ghisallo?
Tenemos visitantes de muchas clases. Desde aquellos que viajan en bicicleta hasta los que eligen estas colinas para escapar de la ciudad, pasando por aquellos que desean saber todo sobre la historia del ciclismo. Este es un lugar épico para los coleccionistas y fanáticos de este deporte. En 2018 nos visitaron más de 10.000 personas.
Todo lo que rodea al ciclismo clásico emana un encanto especial, ¿El ciclismo moderno ha perdido parte de ese encanto?
Conocer la historia nos permite mirar al futuro. Cuando hablamos de ciclismo, o simplemente de bicicletas, hablamos de la vida. Esta es la metáfora perfecta. Magni consiguió que este lugar preservara la historia con emoción y mirara hacia el futuro con serenidad. Muchos niños vienen a pasar varias horas aquí y luego se enamoran de este lugar. No son necesariamente campeones del mañana, sino hombres del mañana formados en los valores que representa el ciclismo.