Cuando, hace un par de años, llegaron a Ciclosfera las primeras noticias sobre trampas mortales en las pistas forestales que se utilizan para la práctica de MTB en determinados puntos de España, apenas podíamos creerlo. Las fotos de cables estratégicamente colocados a la altura del cuello, patatas con clavos o palos con pinchos semienterrados nos llevaban a hacernos una pregunta: ¿Cómo era posible que a alguien se le pudiera pasar por la cabeza la idea de colocar semejantes artefactos sabiendo que pueden herir gravemente, o incluso quitar la vida a una persona? Lo hicimos circular en redes sociales, y hubo incluso quien insinuó que se trataba de una leyenda urbana. Desgraciadamente, no era así. Las denuncias de los ciclistas se sucedían, e incluso el pasado mes de septiembre un ciclista vigués, Diego González, quedó en silla de ruedas tras chocar con una piedra que había sido colocada en medio de la senda ciclista para, según apuntan todos los indicios, frenar en seco a los ciclistas,.
Las trampas están pensadas para hacer el máximo daño posible
A Rúa de Valdeorras (Ourense) ha sido el escenario de los últimos casos. La semana pasada, un ciclista, Jesús Rivas, se encontró con dos de esas trampas en la pista que une la localidad de Roblido, en A Rúa, con el Alto da Cabeza , y denunció los hechos ante la Guardia Civil, informa *La Voz de Galicia. Según Rivas, una de las trampas estaba situada en una pendiente que termina en un precipicio de unos 100 metros, *lo que permite hacerse una idea de la intencionalidad del responsable. Con las halladas por Rivas ya son cinco las trampas que han aparecido en los últimos días.
La unión hace la fuerza
Ante este tipo de episodios, los colectivos ciclistas de la zona tratan de unir fuerzas para que las denuncias obtengan el mayor eco posible. Los miembros de club de BTT (Bicicletas Todo Terreno) Jabalíes A Rúa se hicieron eco de las fotografías en su página de Facebook, lo que desató una oleada de indignación ante lo que calificaron, con razón, de “acto criminal”. El presidente del club, Santiago Pimentel, ha declarado al diario El Economista que dichas trampas están pensadas para hacer “el máximo daño posible”, dado que los ciclistas llegan a alcanzar los 80 km/h en pleno descenso junto a barrancos de vértigo.
Unos 200 ciclistas se concentraron el sábado para protestar contra esta salvaje práctica
El pasado sábado, casi 200 ciclistas se congregaron en A Rúa en una concentración de repulsa ante estas prácticas. La manifestación podría haber sido, en palabras de Pimentel, un acto de “luto” si alguno de los allí presentes hubiera tenido la desgracia de caer en alguna de las trampas. Los grandes medios de comunicación no han tardado en hacerse eco de la noticia. Canales privados como Cuatro o Antena 3 o diarios como ABC o La Razón han dedicado espacio a una práctica que, lejos de quedar en un caso aislado, parece extenderse. Quizá esa atención mediática sirva para que las autoridades persigan, detengan y condenen a los responsables de una práctica que sólo puede calificarse de homicida.