¿Cuándo y por qué empezaste a participar en carreras de larga distancia?
El ciclismo siempre ha sido una parte muy importante de mi vida, por lo que con los años la distancia simplemente fue creciendo más y más. Empecé con 13 años. Al principio empiezas con 100 kilómetros, te preguntas si serías capaz de hacer 150 y acabas haciendo más de 500. No me interesa especialmente la competición. De hecho, hay cosas que no entiendo, como esos criteriums que consisten en dar 50 vueltas a la iglesia. Para mí, lo interesante es la aventura y rodar en solitario durante todo el día.
¿Cuál es, en tu opinión, la carrera extrema más atractiva?
Es una pregunta muy complicada, porque quizás sería una mezcla de cosas que me gustan de varias de ellas. Estoy abierto a participar en casi cualquier aventura que combine sufrimiento y grandes espacios abiertos, y eso me ha llevado a Europa, Sudamérica, Rusia o Australia. No sabría quedarme sólo con uno.
“Estoy abierto a participar en casi cualquier aventura que combine sufrimiento y grandes espacios abiertos”
¿Viven este tipo de carreras un boom? ¿Por qué?
Creo que combinan elementos muy atractivos: el ciclismo como deporte y la posibilidad explorar nuevos lugares. La velocidad es lo de menos y, al final, cualquiera puede contar grandes historias sobre las cosas que ha vivido o le han ocurrido. Además, es muy importante tener la posibilidad de organizar la carrera de la manera en que tú quieras: programándote las distancias a recorrer cada día, los lugares en los que vas a dormir, etc.
“Entrenar para este tipo de carreras es un terreno desconocido: cada uno está hace las cosas de manera diferente”
¿Cómo se prepara uno para un reto de estas dimensiones?
Parece raro decirlo, pero correr a este nivel es el resultado de años de experiencia y de entender cómo funciona tu cuerpo. En realidad, entrenar para este tipo de carreras extremas es un terreno desconocido: cada uno está haciendo las cosas de manera diferente.
¿Qué es lo más duro de estas carreras?
La clave es mantener la cabeza en su sitio: es una montaña rusa que te puede llevar de un extremo a otro muy rápidamente. Hay que tener varias cosas muy presentes: mantener la calma, relativizar todo y parcelar el día: hora a hora. Hacerlo bien es una combinación de estar en excelente forma y con la cabeza bien puesto. Es por ello que en muchas grandes carreras llevan a un coach en el equipo que ejerce de psicólogo. Hay que tener muy presente lo que ocurre en tu cabeza cuando estás solo ahí fuera durante varios días y no hay nadie para una simple charla.
“¿Un consejo para principiantes? Pásalo bien. Si no lo disfrutas mejor dedícate a otra cosa, porque vas a sufrir mucho”
¿Qué has aprendido de estas experiencias? ¿Cómo dirías que afectan a tu vida diaria?
Muy simple: relativiza todo y da lo mejor de ti mismo siempre. Me encanta controlar las cosas que puedo controlar, pero si algo no funciona de la manera que habías pensado hay que ser flexible. Esto es perfectamente aplicable tanto a una carrera sobre la bici como a la vida privada.
¿Qué consejo le darías a alguien que participa por primera vez en una de estas carreras extremas?
Una cosa muy clara: pásalo bien. Si no lo disfrutas mejor dedícate a otra cosa, porque vas a sufrir mucho y te va a doler todo el cuerpo como no te imaginas.
¿Qué bici usas en carreras como la Trans-Siberian?
Una Jaegher de acero hecha a medida con un grupo Campagnolo manual.
*Este reportaje forma parte de Ciclosfera #22. Lee el número completo aquí. *