Aunque sea en un lugar poco transitado, quedar con Jorge Ponce (Málaga, 1982) es experimentar, al menos durante un rato, lo que supone ser popular. Mientras conversamos de bicis, del humor, de la vida, son varias las personas que sacan su teléfono para hacerle una foto. O le saludan de lejos. O, al menos, giran la cabeza con curiosidad. Él responde con media sonrisa y un ligero golpe de cabeza, un poco como un “qué pasa” que recuerda a su saludo habitual con David Broncano, su compañero en La Resistencia, ese programa que casi todo el mundo ve y del que todo el mundo habla desde hace tiempo.
A primera vista hay poco del personaje televisivo en el Ponce real. Casi nada de ese gamberro que toma el pelo a la gente en la Gran Vía haciendo gala de mucha velocidad mental y, sobre todo, una enorme habilidad para el vacile. En persona, el cómico es todo amabilidad, educación e, incluso, seriedad. Y algo más: también pasión por la bicicleta, su medio de transporte habitual en Madrid.
Humor. Fama. Pedales. ¿Hay mejores temas de conversación para matar con él una fría mañana de invierno?
Vienes en bici. ¿Cuál es?
Durante mucho tiempo me moví en BiciMad, pero hacía mucho que quería una bicicleta propia para ir de un lado a otro por Madrid. Estuve un tiempo ‘bicheando’ por Internet, un par de amigos me hablaron muy bien de esta Triban, del Decathlon, y me decidí. La verdad es que estoy muy contento.
Pero no es tu única bici…
No. El año pasado hicimos una campaña en La Resistencia pidiendo bicicletas a la gente… Espero que un porcentaje importante de los espectadores se diera cuenta de que era una ironía. Una manera de decir que no hay nada más sinvergüenza que pedir cosas gratis desde la tele. Pero el caso es que nos dieron bastantes. Repartimos muchas pero, no lo niego, me quedé con dos. Suelo decir que me las quedé todas, porque me gusta mucho hacer de tío cabrón capaz de quedarse con 25 bicicletas para él solo, pero no es así.
¿Con cuáles te quedaste?
Con dos muy guays. Una fixie que me dio Santafixie, de Barcelona, y una Giant de montaña espectacular. Aprovecho: gracias a ambos.
¿Desde cuándo, y por qué, te mueves en bici?
Desde hace un par de años. Mi padre es muy ciclista y siempre me gustó la bici, pero antes la usaba, fundamentalmente, para ir al campo. Fue cuando me fui a vivir a Barcelona cuando empecé a usarla a diario. ¿Por qué? Porque es lo más cómodo, guay, divertido. Es lo mejor. Y también porque vivo en el centro: si viviera en Fuenlabrada, igual sería otra cosa.
“La bici es lo más cómodo, lo más guay y lo más divertido. Es lo mejor”
¿Madrid es ciudad para bicis? Hay quien dice lo contrario…
Cualquier ciudad es para bicis. Que sí, que aquí hay más cuestas que en Copenhague… ¡Pero allí hace un frío de pelotas! Y no es para tanto: casi cualquiera puede subirse un par de cuestas en Madrid. Pero haría falta un claro apoyo público a la bicicleta.
Llevamos diez minutos y… La gente te ve, te saluda, te hace fotos. ¿Cómo lo llevas?
La gente, en general, es maja. Hay algún gilipollas, claro, pero en general la gente es muy cariñosa. Y, además, tampoco lo he petado tanto como para que me agobien.
Hombre, ‘La Resistencia’ lo ha petado bastante…
Sí… ¡pero se puede petar mucho más!
¿Cuánto hay de personaje en el Ponce que vemos en la tele?
Está basado en hechos reales. Quizá no soy tan hijo de puta pero, claro que sí, tengo a un pequeño hijo de puta dentro. Todos los que hacemos televisión somos conscientes de que la comedia es nuestra profesión, es un curro. Muchos cómicos son muy serios cuando no están delante de las cámaras.
¿Qué es lo mejor y lo peor de trabajar en la tele?
Lo mejor… Muchísimas cosas. Yo he tenido muchísima suerte: primero como guionista, que es lo que quería ser, y después como cómico. ¿Lo malo? No se me ocurren muchas cosas, la verdad. Por decir algo, que llego tarde a casa porque trabajo en un late night.
“Lo que no hay en ‘La Resistencia’, y es una de las claves del éxito, es un guion visto: sólo se lee el monólogo”
¿Cuánto hay de guion y cuánto de improvisación en La Resistencia?
Lo que no hay en* La Resistencia,* y creo que es una de las claves del éxito, es un guion visto. Lo único que se lee en el prompter es el monólogo, y es normal, porque es muy difícil hacer un monólogo diario sin él. En el resto no leemos nada, y eso lo hace todo muy natural. Sí, hay guión, yo sé en todo momento lo que voy a contar, pero no lo cuento de manera literal. Y Broncano puede interrumpirme en cualquier momento y yo improvisar. Pero a todo eso se le suma un equipo de guionistas increíble.
¿A ti qué te hace reír?
Uf… Me gusta casi cualquier tipo de humor. Desde el más hijo de puta al más conceptual. Si es bueno, me puedo partir con un juego de palabras. Me puede hacer reír casi cualquier cosa.
“El humor tiene que servir, sobre todo, para hacer pensar”
¿El humor no debe tener límites?
No. El odio debe tener límites. El humor ha de tener los mismos límites que lo que no es humor: los momentos en los que utilizas la comunicación para hacer daño a la gente. Porque el humor tiene que servir, sobre todo, para hacer pensar.
Eres padre de una niña. ¿Hasta qué punto te preocupa, por ejemplo, el cambio climático?
Los hijos te hacen pensar mucho en el futuro. Entre el cambio climático, y la nueva moda en España de la puñetera ultraderecha, piensas en el futuro y te das cuenta de que viene una marejadilla. Pero intento pensar que será transitoria, y no demasiado fea para mi hija y los hijos de los demás.
Aparte de moverte en bici, ¿qué haces para combatir ese cambio climático?
No tengo coche, aunque la temporada pasada también hiciéramos la campaña ‘Un coche para Ponce’ para que me regalaran uno. Pero no me lo dieron, así que no consumo gasolina. Reciclo. Pero, si te soy sincero, seguro que podría hacer mucho más. Sé que hay mucha gente comprando a granel, o usando menos plástico. Me tengo que poner más las pilas. Yo y todos.
“Para combatir el cambio climático me tengo que poner las pilas: yo y todos”
¿Un propósito para 2020?
Para mí, que sea tan bueno como 2019. Para el resto, que estos conatos de ultraderecha y demás mierdas políticas se queden en eso, en conatos.
No te podemos dejar ir sin hacerte las dos preguntas clásicas de ‘La Resistencia’: cuánto dinero tienes en el banco y cuánto has follado el último mes.
Ambas cantidades son ostentosamente elevadas. Ahí lo dejo.
[Este reportaje forma parte de la edición impresa de Ciclosfera #31. Lee el número completo aquí]