“En Nueva York cada vez hay más bicicletas y el modelo colaborativo está a la orden del día. Simplemente se me ocurrió unir ambas cuestiones”. El que habla es Jesús Matsuki, un español que pasó dos meses en Nueva York, donde puso en marcha el proyecto Happycleta, una interesante iniciativa para compartir la bici que la acompañó durante su estancia en la ciudad.
“Desde que llegué a mi barrio, Williamsburgh, me quedé alucinando por la cantidad de gente que usa la bici como medio de transporte”, cuenta Jesús. “Al lado de las estaciones de metro estaba lleno de bicicletas encadenadas. Y qué bicis: envidia pura”. Jesús se hizo con una de esas bicis, pero cuando se fue de la ciudad, en vez de venderla, decidió compartirla e invitar a su siguiente dueño a hacer lo mismo.
Las normas: no venderla, cuidarla, donarla y compartir la experiencia
Matsuki sólo pone cuatro normas a aquel que quiera disfrutar de su bici: no venderla, cuidarla (y mejorarla si es posible), dársela a alguien que la necesite una vez tú ya no la vayas a usar más y contarle tu experiencia con ella.
Cada ciclista es único
“El primero en heredarla fue Arnaud, que tuvo la idea de hacer la página web“, explica Matsuki. “Actualmente la tiene Radek. Más que usarla él, la comparte con mucha gente que le da buen uso por la ciudad”. Esa diferencia en el uso que le da cada ciclista es parte de la esencia del proyecto. “Cada vida de la happycleta está siendo diferente. Yo la usé para moverme por Brooklyn principalmente, Arnaud viajó un poco con ella…¿quién sabe lo que hará su próximo usuario? Eso es lo interesante para mi”.