Para un amante del deporte, en cualquier disciplina, existen pocos momentos más emocionantes que un apretado final de etapa en ciclismo. Tras una jornada de esfuerzo titánico, un último y explosivo esfuerzo. La gloria de subirse a lo más alto e incorporar en el palmarés una victoria de etapa o la frustración que siempre acompaña al que queda en segundo lugar. Un final de infarto en el que, a menudo, todo depende de unas pocas milésimas, y para el que es habitual recurrir a la llamada Foto finish.
Para medir esa línea tan delgada que separa el fracaso de la gloria hace falta una tecnología de vanguardia. Tissot, la más célebre empresa suiza de relojes, es la encargada de todo lo que tiene que ver con la medición del tiempo en una ronda como el Tour de Francia, cuya edición número 105 acaba de concluir con la victoria del corredor británico Geraint Thomas, del equipo Sky. Una tarea para la que Tissot cuenta también con un aliado de excepción, Swiss Timinh.
El reto va mucho más allá de una simple foto
Pero, ¿qué es exactamente una foto finish y cómo se hace? El reto va mucho más allá de una simple foto. En la línea de meta, cinco expertos aguardan la llegada de los ciclistas. Ellos son los encargados de que nada falle y todo esté bajo control, para lo que cuentan, además, con una triple tecnología: una célula fotoeléctrica, tres cámaras de alta precisión -capaces de tomar entre 3000 y 10.000 imágenes por segundo- y unas antenas fijadas al suelo que, detectando el llamado transponder ubicado en la horquilla de cada bicicleta, calculan con la máxima precisión el tiempo transcurrido desde que se dio la salida. Nada puede fallar.
Anatomía de un instante
No siempre fue así. Históricamente, un fotógrafo aguardaba a los corredores en la meta para realizar una veloz ráfaga de fotografías en el inolvidable blanco y negro. Fue en los Juegos Olímpicos de 1948, celebrados en Londres, cuando se empleó por primera vez en la prueba final de los 100 metro de atletismo: los estadounidenses Harrison Dillard y Barney Ewell pelearon por el oro hasta el último aliento, y el crono se detuvo para ambos en 10,3 segundos. Tras aquella foto finish, los jueces dictaminaron que la medalla de oro habría de colgar del cuello de Dillard.
La foto finish se incorporó al ciclismo profesional en 1955
En el caso de las bicicletas, hay que trasladarse unos pocos años después. La foto finish se incorporó al ciclismo profesional en 1955, aunque fue en 1963 cuando estuvo en boca de todos. Aquel año, y por primera vez en la historia del ciclismo, la foto finish decidía el ganador de una etapa en la Milán-San Remo, cuando el francés Joseph Groussard se impuso por una diferencia inapreciable al ojo humano al alemán Rolf Wolfshohi.
Medir el tiempo con la precisión que requiere la alta competición actual tiene, en el caso del ciclismo profesional, un reto añadido: el constante movimiento de los equipos, dado que cada final de etapa tiene lugar en un municipio diferente. Y también, claro está, con condiciones distintas, cambiantes e impredecibles que pueden alterar la precisión de los equipos, empezando por la climatología.
Probablemente, nadie pueda imaginar el ciclismo actual sin la presencia de un juez tan infalible como la foto finish. Un elemento, otro más, de los que hacen de este deporte uno de los más apasionantes que existen.