Tiene 28 años, es ingeniera industrial, vive en el distrito neoyorquino de Brooklyn y ha tenido una idea prodigiosa: un casco de papel, al que ha bautizado como EcoHelmet. ¿Cómo es posible? “Los paneles de papel son un material prodigioso”, cuenta Isis Shiffer a Ciclosfera. “En EcoHelment, se extienden a lo largo de toda la superficie de la cabeza para evitar una conmoción cerebral en caso de colisión”. Para conseguir esa resistencia y protección, Isis ha creado un patrón en el que las celdas del papel se distribuyen de forma radial, en lugar de en paralelo, con lo que se consigue “una absorción total de los golpes”.
EcoHelmet surgió, como todos las grandes inventos, por una cuestión de pura necesidad. “A menudo, cuando viajaba a ciudades que no conocía y me movía en bicicleta pública, echaba de menos tener un casco”, recuerda. “En mi propia ciudad, Nueva York, el 90% de los usuarios del sistema de alquiler de bicicletas, City Bike, no utiliza casco. Yo misma encuentro muy incómodo tener que cargar con uno cuando vas a usar la bici, así que quise crear un casco plegable, un producto que se ha convertido en algo así como el Santo Grial para los ciclistas urbanos”.
Y es que, aunque existen cascos plegables en el mercado, según Isis no hay ninguno como EcoHelmet. “Sí, hay muchos, pero ninguno se pliega tanto como este”, asegura. “Es una cuestión de comodidad y accesibilidad. Si montas en bicicleta de manera esporádica lo más probable es que no compres un casco caro, ni que lo lleves encima en caso de que vayas a utilizar una bicicleta pública en un momento determinado”. Una circunstancia que no se produce con su producto, que se puede llevar cómodamente en el bolso o la mochila.
Para todos, en cada esquina
Sin embargo, el plan de Isis Shiffer va más allá de comercializar EcoHelmet para los ciclistas particulares, y pasa por distribuir su producto de manera conjunta con las bicicletas públicas, a través de máquinas expendedoras. “Es por ello que su plegado y sus características son fundamentales”, explica. “Si se distribuyera en máquinas expendedoras junto a las estaciones de bicicleta pública, todo el proceso de fabricación, plegado y envío tiene que ser lo más sencillo y barato posible”.
Pese a que el modelo de máquinas expendedoras de cascos recuerda a países del mundo en los que su uso es obligatorio en ciudades, como Australia, ese es un debate que Isis trata de evitar. “Es algo en lo que no entro”, aclara. “Creo que hay ciudades en el mundo en las que la infraestructura ciclista es tan buena que el uso del casco se hace menos necesario, pero en otras como Londres o Nueva York, donde desgraciadamente el número de accidentes protagonizados por ciclistas es elevado, cuantas más precauciones tomen los ciclistas, mejor”, apunta.