El paseo transcurría de manera normal, a mitad de camino entre lo reivindicativo y lo puramente festivo, como en toda Masa Crítica que se celebra en cualquier ciudad del planeta. Pero aquel día, en Porto Alegre (Brasil) ocurrió algo insólito: Ricardo Neis, un conductor de 47 años, perdió los nervios y aceleró bruscamente, arrollando a una veintena de ciclistas. Ocho de ellos acabaron graves en el hospital, aunque de manera casi milagrosa no hubo fallecidos. Neis se dio a la fuga, aunque se entregó a las autoridades poco después.
“Fue como estar en una película de terror”
Hoy, cuando se cumplen cuatro años de aquella aciaga tarde, Neis sigue impune, a pesar de que pasó unos meses en prisión a la espera de juicio. En 2013, la corte de lo penal de Rio Grande del Sur determinó que el juicio tendría lugar con la presencia de un jurado popular. Neis se enfrenta a 11 cargos de intento de asesinato.
“Estaba allí aquel día, y aún hoy me resulta difícil describir con palabras lo que ocurrió”, recuerda Aline More, bicimensajera de Porto Alegre. “Fue como estar en una película de terror: sufrí contusiones, pues me lancé a la cuneta cuando vi a los ciclistas volar por los aires”.
Entre el colectivo ciclista de la ciudad brasileña la indignación sigue tan presente como aquel día. Incluso han tenido que soportar las declaraciones de Neis en alguna que otra entrevista en la que ha defendido su actuación, calificándola de poco menos que “defensa propia” ante los ataques de los ciclistas. Para esta semana se han convocado varios actos de protesta a través de una página de Facebook creada para la ocasión. El primero de ellos consistirá en un paseo reivindicativo que partirá a las 17 h del tribunal de Justicia.
Más visibilidad
Hay quien hace una lectura positiva de lo ocurrido: algunos medios de comunicación apuntan que el Ayuntamiento tiene hoy más en cuenta a las bicicletas. Señalan que se han triplicado los carriles bici, e incluso aventuran que aquel día fue el principio del cambio respecto a la conciencia de los conductores, que ahora respetan más a los ciclistas. Otros, como Aline, lo tienen claro: “la vida sigue, aunque algunos estuvieron a punto de no poder contarlo, y desgraciadamente no ha cambiado nada para el ciclista urbano en Porto Alegre: las muertes relacionadas con el tráfico -de las que se producen más de 35.000 al año- siguen quedando impunes”.