Frenética y multicultural. Rápida y lenta. Ruidosa e insegura, sobre todo en determinadas zonas al caer la noche. Pero, también, asequible por tamaño (20 kilómetros de largo por cuatro de ancho) y dueña de un clima idóneo y eternamente primaveral, con temperaturas de entre 15 y 30 grados todo el año. Bienvenidos a Caracas, oficialmente Santiago de León de Caracas y popularmente conocida como La ciudad de los techos rojos, como fue bautizada por el escritor Enrique Bernardo Núñez en referencia a sus casas coloniales de tejas rojizas.
Barra libre de combustible
Lo primero que llama la atención al pisar Caracas es, como ocurre en tantas otras capitales latinoamericanas, la densidad de su tráfico. Sus 3,5 millones de habitantes apenas ocupan el 1% de territorio nacional, pero acumulan el 30% de los coches del país.
En Caracas el vehículo privado ha secuestrado el espacio público. Se debe, en parte, a que gracias a sus reservas de petróleo Venezuela ha contado por tradición con una de las gasolinas más “baratas” del mundo. Algo que, durante años, junto a planes de incentivo masivo y facilidades crediticias de compra de nuevos coches particulares y motos, ha impedido que muchos se plantearan usar la bici como medio de transporte. Pero en una coyuntura como la actual, con la economía contraída, el parque automovilístico sin renovar y lo mucho que cuesta mantener un coche, la mentalidad comienza a cambiar. Muchos se han pasado a la motocicleta, pero la alta siniestralidad y la creciente conciencia ecológica convierten a la bicicleta en una nueva, y emergente, opción.
El despertar
Y es que, pese a sus dificultades, Caracas es muy pedaleable. Como en tantos otros sitios la bici es el vehículo más rápido en distancias cortas, su uso diario puede reconciliarte con el entorno urbano y es el mejor vehículo para conocer a sus habitantes, felices como adolescentes perpetuos. Como ellos mismos se definen los caraqueños son ‘echaos palante’, gente siempre dispuesta a ayudar y enfrentarse, sin dramas, a cualquier reto.
Algo parecido ocurre al pedalear. Aunque los barrios residenciales del extrarradio tengan importantes pendientes la visión, casi constante, del parque nacional Waraira Repano o Ávila, al norte de la ciudad, refresca la vista e inspira cada pedalada. Así lo certifican los cada vez más ciclistas que se desplazan por allí de forma habitual, muchos a lomos de bicicletas de montaña pero, cada vez más, también a lomos de hermosas y clásicas monturas de los años 70 y 80.
Un despertar ciclista reflejado en los muchos y diversos colectivos que luchan por darle fuerza al ciclismo urbano. En 2011 se reactivaron las Masas Críticas en Caracas, gracias al impulso del grupo Cicloguerrilla Urbana, creadores de la BiciEscuela Urbana. Después surgió Bicimamis Caracas, que ofrecen paseos los domingos buscando sumar más mujeres al ciclismo. A partir de 2012 se conforman asociaciones como la Asamblea de Ciclismo Urbano, Bici-Aventuras Caracas, Bici-Activo, BiciOeste, Tribu-Pedal Caracas, el Centro de Estudios de la Movilidad en Bicicleta – CEMBI, el Movimiento Revolucionario de Ciclismo Urbano (MRCU) y más recientemente, la BiciEscuela Anauco, que reivindican el derecho a moverse a pedales por la ciudad. Las infraestructuras, claro, son las que son: una escasa red de ciclovía, un sistema de préstamo público y gratuito de bicicletas y la iniciativa de abrir desde hace 4 años una ciclovía recreativa las mañanas de los domingos. La intermodalidad es casi nula: el transporte público es obsoleto y, para colmo, las bicicletas sólo pueden acceder al metro los domingos por la mañana.
Dosis de realidad
Los problemas a los que se enfrentan los ciclistas son numerosos: faltan estacionamientos seguros, una normativa clara y una mejor señalización en la vía, que además necesita más y mejor mantenimiento. La ciudad de Caracas cuenta con una ciclovía permanente de 19 km en el Municipio Libertador y 14 kilómetros de senda compartida con coches en el Municipio Chacao. Esta última está parcialmente abandonada por las autoridades y la propia población, mientras que la ciclovía permanente carece de una debida promoción.
La alta tasa de homicidios provoca que, a partir de las siete de la tarde, las calles se queden casi desiertas
Desde fuera, Caracas se percibe como una ciudad peligrosa. Así lo certifican los datos: la tasa de homicidios es de 122 por cada 100.000 habitantes. Venezuela es, además, el quinto país del mundo con mayor número de secuestros, de los cuales un 33% se producen en la capital, donde circulan miles de armas de fuego ilegales. Una situación que provoca que, a partir de las siete de la tarde, las calles se queden casi desiertas. Sin embargo, y siempre que monten una máquina sencilla y vistan con discreción, los ciclistas no son el objetivo principal de los delincuentes. De hecho, hay cierta simpatía por quienes nos movemos en bicicleta, al menos por parte de los curiosos que se asombran (convencidos que la calles es para los coches y no para la gente) de que haya gente pedaleando en Caracas.
No es en balde: nuestro medio de transporte favorito puede ser la mejor solución para escapar de las “colas” o “trancones” del tráfico y caos que reina en más de una calle y, desde luego, de alguna sorpresa desagradable con delincuentes locales. ¿Quién se atreve?
Con hambre
Sentir apetito en Caracas es… inevitable. Toda la ciudad, pero sobre todo su centro histórico, está llena de las célebres y deliciosas especialidades locales y mucha comida internacional. La arepa, un simple pan de maíz, es la reina, y podemos encontrarlas rellenas de casi cualquier cosa. También son habituales los ‘perrocalenteros’ (vendedores ambulantes de perritos calientes), los que ofrecen cachapas (tortillas semidulces), pabellón criollo (el plato más típico del país), hervido y mondongo (dos sopas muy consumidas) o hallacas, un plato típico navideño con todos los tipos de carne imaginables que se puede degustar sólo en diciembre. El amante de los zumos se verá abrumado por la variedad y la calidad de las frutas, y no debe olvidar probar el papelón (azúcar de caña) con limón. Y si se es amante de la cerveza… ¡nada como una Polar bien fría, una Zulia o cualquiera de las muchas variedades de cerveza artesanal!
Museo a cielo abierto
Si vienes a Caracas con ganas de pedalear hay muchas y variadas rutas. Es imprescindible conocer el centro histórico de la ciudad, principalmente el Parque Ezequiel Zamora o el Calvario, así como el Capitolio Nacional o el eje cultural donde encuentras los principales museos del país: Bellas Artes, Ciencias, de los niños, de arte contemporáneo, de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz Diez, finalizando con el magnífico Complejo Cultural Teatro Teresa Carreño. Estos espacios se pueden visitar, de lunes a viernes, usando el Sistema de Préstamos y a lo largo de la ciclovía, y el museo de ciencias tiene estacionamiento de bicicletas. Todo Caracas es, en sí misma, un museo: por todas partes encontrarás arte y, si está lejos a pie, llegarás en bicicleta (como a la Esfera Caracas del Artista Jesús Soto, ubicada en una autopista principal). También abundan los lugares donde detenerse a admirar las vistas, como los espectaculares miradores de Cota Mil, Valle Arriba y 23 de enero, y rincones emblemáticos (como el paseo de los próceres de Venezuela, hacia la parte sur de la ciudad) para pasear en bici. ¿Tiendas? Las hay, y muchas. En su mayoría, establecimientos pequeños y familiares, lo que no impide que estén surgiendo nuevos modelos de negocio con la bicicleta como protagonista. Empresas como Bici-Entrega, Tetas Heladas, Eco- Delivery, Bici-Gourmet , Fixie Veggies, y BiciUrbana también se han abierto un hueco a golpe de pedal, comida, mensajería, accesorios… ¡Y esto no ha hecho más que empezar!