Finales del s.XIX. Con su frondoso bigote, cuerpo atlético y postura impertérrita, Edward Nicholas Kaufmann cautivaba a propios y extraños sobre una bicicleta. La máquina se había inventado hacía décadas y, gracias a sus constantes innovaciones, era muy parecida a los modelos actuales.
Pero Kaufmann quiso llevar su amor por las dos ruedas a una nueva dimensión. En 1888, aquel estadounidense de origen suizo creó el que bautizó como primer campeonato del mundo de ciclismo artístico. Y, aunque se trataba de algo más cercano a una estrategia publicitaria que a una competición, sirvió para alumbrar una nueva manera de pedalear que, más que con el desplazamiento, tenía que ver con el baile. O con volar, porque era puro arte en movimiento.
Fortaleza mental
“Desde muy pequeña supe que quería dedicarme a esta disciplina”, nos cuenta la subcampeona del mundo de ciclismo artístico, la alemana Viola Brand. Inspirada, dice, por su hermano, Brand practica desde los seis años, y ahora entrena una media de 20 horas semanales para perfeccionar su depurada técnica.
“Llegar a dominar el ciclismo artístico exige, como mínimo, seis años”
En su opinión, los factores mas importantes en su deporte son “el control corporal, el equilibrio y el aguante”. Pero, asegura, “también se necesita mucha disciplina y paciencia, porque llegar a dominar el ciclismo artístico exige, como mínimo, seis años. De cara a competir al más alto nivel, lo más importante es la fortaleza mental: no puedes cometer ni un solo error. La diferencia entre ganar y perder se puede decidir en un segundo en caso de que pierdas la concentración”.
Lisa Hattemer, actual campeona del mundo tras imponerse a Brand, explica que su afición le viene de familia. “Mi tío y mi abuelo se dedicaban también a esto”, cuenta una mujer que dice disfrutar como el primer día. “La cantidad inmensa de movimientos que se pueden realizar y la exigencia que requiere resultan enormemente motivadores”, explica. “Además, siempre hay margen de mejora en tu técnica”.
Precisión alemana
Aunque el ciclismo artístico está reconocido por la Unión Ciclista Internacional (UCI) y sus campeones mundiales portan el preciado maillot arco iris, la popularidad de este deporte varía mucho de un país a otro. En Alemania, el paraíso de esta práctica, hay más de 10.000 licencias expedidas. Un panorama muy distinto al de España, donde, según confirma Luis Román, de la Real Federación Española de Ciclismo (RFEC), “no hay prácticamente ningún interés por el ciclismo artístico”. ¿Por qué? “No lo sé”, contesta Román, “pero pasa lo mismo con modalidades como el triatlón, muy populares en España y que en otros lugares, como Rusia, apenas generan interés”. En opinión de la campeona del mundo, “tenemos que hacer un esfuerzo para llevar al ciclismo artístico a otro nivel, y apoyar a aficionados de otros países para que creen clubes locales. Al fin y al cabo, todo aquel que ve ciclismo artístico queda inmediatamente fascinado”.
¿Por qué esa fascinación? ¿En qué consiste exactamente el ciclismo artístico? Si alguien pensaba que se trata, simplemente, de realizar acrobacias sobre una bicicleta, se equivoca. Sobre la pista, de 14×11 metros y con una serie de círculos concéntricos de 0,5, 4 y 8 metros respectivamente, los competidores de enfrentan en solitario o por parejas. Los ejercicios duran cinco minutos, y abundan las reglas: los competidores son minuciosamente evaluados por jueces que puntúan la dificultad de los movimientos, su originalidad y, ante todo, su ejecución. Todo ello, sobre bicicletas de piñón fijo especialmente diseñadas para ello.
El resultado no deja a nadie indiferente: conviene rastrear en la Red para dar con auténticas maravillas en forma de equilibrios imposibles, fuerza sobrehumana y creatividad desbordante. Mientras se prepara para el próximo mundial (será en noviembre, en la localidad austriaca de Dornbirn), Viola Brand no tiene dudas: “Pese a ser minoritario”, dice, “este deporte es extraordinario y hermoso. Requiere dominar infinidad de variables, y combina la elegancia estética con la fuerza física”. ¿Qué más se puede pedir?
Ciclobol: fútbol sobre ruedas
Edward Nicholas Kaufmann pasó a la historia por ser el inventor, además del ciclismo artístico, de otra disciplina igualmente espectacular: el cycle-ball o ciclobol. Como su propio nombre indica es un deporte que recuerda al fútbol sala, aunque con dos jugadores por equipo.
Durante tres largas décadas, el ciclobol contó con una pareja de leyenda: los hermanos checoslovacos Jindřich y Jan Pospíšil, que se impusieron en la práctica totalidad de campeonatos del mundo que se celebraron desde 1965 hasta 1988. Hoy, esta modalidad cuenta con legiones de seguidores en países como Alemania, Suiza, Austria, Bélgica, República Checa y Japón.