Sentados en la parte derecha de las gradas, sobre las que el sol de mediodía caía a plomo, un grupo de jugadores alemanes y austriacos intercambiaban impresiones sobre los últimos partidos, bebían cerveza barata y, de vez en cuando, animaban a algún equipo. A su derecha, franceses y belgas hacían lo propio. Los italianos deambulaban por entre las tres pistas y los dos equipos locales repartían su tiempo entre las labores de organización y jugar.
Equipos venidos de Hungría, Italia, Finlandia, … más de cincuenta llegados de toda Europa hasta Zaragoza con motivo del sexto campeonato europeo de bikepolo (European Bike Polo Hardcourt Championship), celebrado entre el 17 y el 19 de septiembre.
Un torneo que acabó ganando, por cuarta vez consecutiva, el equipo francés Call Me Daddy, que se disputó el título durante una emocionante final contra los alemanes Octopussy. Un evento anual que reúne a una comunidad muy comprometida con este deporte, pero poco conocido en general.
A pesar de ser un deporte no federado, cuenta con unas reglas bien definidas y una cierta estructura por países y regiones que permite celebrar torneos. En la variedad Hardcourt, dos equipos de tres jugadores, equipados con un bastón o mazo, se enfrentan con el objetivo de introducir la pelota en la portería del contrario.
Y todo ello siempre sobre sus bicicletas, con frecuencia fabricadas específicamente para este deporte, ya que tocar el suelo con el pie implica una penalización: el jugador debe dirigirse al centro del campo y tocar una marca especial para poder reincorporarse al partido. Además, el uso del casco es obligatorio y cualquier otra protección es opcional.
Tres días de bikepolo intensivo
En total, 54 equipos jugaron el torneo principal, más otros 48 que participaron en la Wildcard, una especie de “repesca” o torneo previo que permite la clasificación en el oficial. Toda una multitud ciclista que abarrotó durante tres días las pistas de fútbol donde se celebró el evento. Bicicletas, la mayoría cubiertas de pegatinas, mazos y protecciones se agolpaban entre los terrenos desde primera hora de la mañana.
Pero fueron los partidos de la tarde los que crearon la mayor expectación. Era el momento del top 12, los mejores equipos: los tantos más espectaculares, los jugadores recorriendo el campo a toda velocidad, los giros de 180 grados… “Es como estar viendo a Ronaldinho en directo”, afirmaba Pablo, que había recorrido más de 1300 kilómetros para participar en el torneo con su equipo One Shot.
Era el momento de darlo todo, tanto por parte de los equipos como por parte del público. Alemanes y franceses parecían luchar por ver quién gritaba más alto pero, a pesar de ello y aunque a primera vista parezca un deporte violento, durante todo el torneo reinó un ambiente festivo y relajado. No hay que olvidar que la filosofía del bikepolo es “no hard feelings, bro”: una vez acabado el partido se acaba también la rivalidad.
Pero al campeonato también se acercaron curiosos, algunos de los cuales nunca habían oído hablar de este deporte. “Yo he venido porque me lo comentó un amigo, de hecho, solemos jugar a fútbol en esta pista y ahora no podemos por culpa del torneo”, aseguraba Pedro, que aprovechó la oportunidad para hablar con algunos jugadores y para informarse un poco más. “Tiene pinta de ser muy difícil, es realmente espectacular”, añadía.
Lo más importante, la comunidad
“El deporte en sí es muy divertido, es muy adictivo porque si lo pruebas y sigues jugando al final te engancha, pero yo creo que en realidad lo que mola es la gente, es el ambiente que se crea”, asegura Daniel Hincapié, jugador de bikepolo Zaragoza y miembro de la organización. Es el caso de Alex Tranda, también bicipolero y organizador de un torneo en Bucarest que se disputó en junio de 2015 que, aunque no participó en el evento, había acudido de todos modos para ver a los otros jugadores.
“Son unas vacaciones que te estas pegando con los colegas, porque hay cerveza, porque la gente hace lo que quiere” afirma Hincapié. “Cuando por ejemplo en una ciudad entra el bikepolo y no cuaja, es porque no se crea un ambiente positivo”, explica el jugador zaragozano, “de hecho tú te puedes ir con tu chica a un torneo y sabes que también se lo va a pasar bien porque hay un montón de gente que va a lo mismo, a estar”.
Pero las mujeres no solo acuden al torneo a observar el juego. No es infrecuente ver equipos mixtos en los campeonatos. Además, según una información publicada por Bike Polo France (un comité creado con la intención de gestionar el campeonato de polo francés), de entre diez jugadores en Francia uno es mujer.
Una oportunidad para mostrarse internacionalmente
La idea de organizar un torneo en Zaragoza surgió, según Hincapié, “de la necesidad de enseñar nuestro modo de ver el bikepolo”. “Nos hemos encontrado situaciones de que tu vas a un sitio, pagas tanto, que suele ser entre 70 u 80 euros y no ves en qué se ha invertido ese dinero”, afirma, y añade que “hemos querido hacerlo a nuestra manera, que la gente vea dónde está el dinero”.
Como ejemplos cita la decisión de montar tres pistas, prestar más atención a la Wildcard y limitar el patrocinio de las empresas ya que “no nos gusta ver tal cantidad de marcas cuando en realidad no están haciendo nada”. Otra decisión fue no otorgar premios en metálico a los ganadores “porque el premio está en ganar”, explica.