En 1983 Kraftwerk, banda de electrónica y piedra angular del krautrock, corriente musical surgida dentro de la contracultura alemana de los 60, lanzó el sencillo Tour de France. Pieza de dance-pop hipnótico, contiene desde menciones al Col du Tourmalet (paso de montaña situado en los Pirineos) a referencias sonoras como el ruido de una cadena o la esforzada respiración de ciclistas.
La melodía remite a un fragmento de la sección inicial de la Sonata para flauta y piano de Paul Hindemith, compositor, teórico musical, director de orquesta y referente de la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad), movimiento surgido en los años 20 como reacción a "las arbitrariedades" del expresionismo.
Veinte años después, en 2003, la banda integrada en ese momento por Ralf Hütter, Florian Schneider (dos de los miembros fundadores en 1970), Fritz Hilpert y Henning Schmitz editó el disco Tour de France Soundtracks, pensado como banda sonora de la carrera. Contiene doce canciones que remiten al universo ciclista: Chrono, Vitamin, Aéro Dynamik, Titanium...
La portada del disco, grabado para celebrar el centenario del Tour, es casi idéntica a la del single de 1983. Fue el primer álbum de Kraftwerk en diecisiete años: el anterior, Electric Café, es de 1986. La crítica lo elogió por encajar con las tendencias de la música electrónica de ese momento, especialmente con lo que estaba produciendo la escena microhouse experimental europea, de hecho, muy influenciada por el minimalismo de Kraftwerk.
Movimiento y velocidad son recurrentes en Kraftwerk: su pop robótico y mecanizado refleja la influencia de máquinas y tecnología en la vida contemporánea.
Tanto el tema Tour de France original como las otras tres canciones incluidas en el disco (y apellidadas 1, 2 y 3) suenan como una versión electrónica de mantras hindúes: largas, repetitivas e hipnóticas, cuyo sonido puede asociarse al giro mecánico y constante de una bicicleta a toda velocidad.
En la gira internacional de presentación, Kraftwerk usó cuatro ordenadores portátiles desde los que sus integrantes operaban secuenciadores, sintetizadores de software y samplers, todos sincronizados con vistosas imágenes reproducidas en pantallas gigantes.
En 2003, en medio de esa gira, Ralf Hütter resumió el espíritu del disco en una entrevista publicada por el diario El País: "Es como una retransmisión de la carrera. Cada corte hace referencia a una subida, un sprint, un llano... Y el ritmo tiene siempre esa condición aerodinámica del ciclismo".
Hütter también habló allí de la relación estrecha de Kraftwerk con el ciclismo: "En realidad, es un hobby recurrente para nosotros. Todos solemos hacer hiking (senderismo) en Mallorca o los Pirineos, y hemos completado varias veces el recorrido del Tour, sobre todo el de las etapas de los Alpes".
El single Tour de France iba a formar parte de un disco que recibiría el nombre de Technopop, pero en una increíble cabriola del destino Hütter sufrió un accidente de bici en Düsseldorf y el proyecto quedó postergado. Años más tarde, cuando Ralf ya estaba totalmente recuperado, Kraftwerk recibió una invitación para sumarse a una exposición en el Museo de la Música de París llamada Electric Body. "Llevamos un robot que realizaba movimientos propios del ballet y caímos en la cuenta de que se cumplía el centenario del Tour, así que decidimos celebrarlo con un disco".
Movimiento y velocidad son recurrentes en la obra de Kraftwerk: discos como Autobah’ (1974) y Trans-Europe Express (1977), centrados en el interés de la banda por trenes y autopistas, así lo atestiguan. Su pop robótico y mecanizado refleja la influencia cada vez más notoria de la máquina y la tecnología en la vida contemporánea.
Su particular estilo de producción fue determinante para la escena de la música electrónica y orientó también las experimentaciones sonoras de Brian Eno en la trilogía de Berlín de David Bowie Low (1977), Heroes (también de 1977), Lodger (1979), uno de los grandes momentos de la carrera del Duque Blanco.
El poder y encanto de la obra de Kraftwerk se apoyan en la capacidad de sus integrantes para plasmar en una música singular y cautivadora las sensaciones provocadas por fenómenos que rara vez inspiran una canción. En el caso de Tour de France, la banda habló del poder cinético de un pelotón de más de cien personas pedaleando al mismo tiempo, una inspiración inusitada para un tema musical que Kraftwerk pudo traducir con talento y precisión a su propio lenguaje.