Canadá. 10 millones de kilómetros cuadrados, muchos de ellos inhóspitos e inhabitables, lo convierten en el segundo país más extenso del planeta, sólo superado por Rusia. Temperaturas extremas, poblaciones prácticamente aisladas y, en medio de todo, un ciclista con un bajo al hombro: Felipe Gómez.
Felipe es uno de esos aventureros que, un buen día, decidió dejarlo todo para encontrarse a sí mismo. Lo hizo a través de sus dos aficiones favoritas: la música y la bicicleta. Y, lo que es más importante, lo hizo muy lejos de su Chile natal para embarcarse en un proyecto sorprendente: el Bass&Bike Tour. Una gira en la que, a golpe de pedal, lleva la música de su bajo a los rincones más remotos del país norteamericano.
“Me preguntaba cuál era mi misión en el mundo, cómo podía dejar algún legado”
“Antes de trasladarme a Canadá vivía en Tokio”, explica Felipe, “pero las grandes ciudades nunca han sido lo mío”. Por eso, cuando surgió la posibilidad de viajar a Canadá, no lo dudó ni un momento. “Allí comencé a trabajar como profesor de niños en Saskatoon, un hermoso lugar con mucha naturaleza y una comunidad de gente muy interesada en el arte y el deporte”, cuenta.
Un mundo mejor
¿En qué momento decidió cambiar la tranquilidad y la comodidad de Saskatoon por el pedaleo? El ciclista músico se sincera: “Tenía muchos problemas de autoestima. Me preguntaba cuál era mi misión en el mundo, cómo podía dejar algún legado, cuál seria mi contribución y hacer algo por los demás…” Preguntas para las que encontró respuesta en la bicicleta. “La bici me llena el corazón: cada día es diferente y no sabes qué sorpresas te deparará la ruta. Un paisaje increíble, un oso, una persona a la que vale la pena conocer…”
“A través de la música cuento historias de la ruta”
El bajo es el otro 50% de su vida. “Como la mayoría de bajistas acabé tocando este instrumento por que mi hermano tocaba la guitarra. ¡Alguien tenia que ser el bajista! Pero ahora me he dado cuenta de que debería haber escogido la armónica: es mucho mas fácil de llevar en la bici”, bromea. Y no le falta razón: un bajo, además de ser voluminoso, pesa lo suyo.
Los conciertos de Felipe, generalmente en gimnasios de centros escolares, también están impregnados de cultura ciclista. “A través de la música cuento historias de la ruta. Mi objetivo es compartir con los estudiantes las habilidades sociales que creo que les pueden ser de utilidad en sus vidas. Hablo de cosas como la importancia de pedir ayuda, de aceptar los fracasos con buena actitud. Les invito a vivir de una manera saludable, a tener aventuras y hacer algo por su comunidad”.
Dos bicis mejor que una
Felipe combina dos bicicletas en sus largos viajes. Ambas son Fuji, marca japonesa fundada en 1889. “Tengo una Fuji Touring para las giras de verano y una Fuji Nevada para la nieve y rutas de hielo”, cuenta. En un país como Canadá, contar con el frío y sus consecuencias es materia obligatoria para cualquier ciclista: en Saskatoon, la localidad en la que vive, las temperaturas medias en invierno rondan los 20 grados bajo cero.