Cinco años en Shanghái dan para mucho. Especialmente, para sufrir las consecuencias del insufrible tráfico diario. El matrimonio británico formado por el ingeniero Chris Trees y su mujer, Florence, residentes en la ciudad china durante ese tiempo, es el responsable de uno de los vehículos más fascinantes de entre los surgidos en los últimos tiempos en el gigante asiático.
Bamboo Treecycle, como han bautizado a su creación -en un juego de palabras que incluye la palabra tree, árbol- nace para tratar de solucionar, o al menos en parte, los problemas de movilidad y aparcamiento de la gran urbe china, pero también como alternativa sostenible en cuanto a sus materiales, ya que el bambú es uno de los más respetuosos que existen con el medio ambiente.
Cambiar el chip
Las grandes ciudades chinas se enfrentan a un momento clave: mientras que en otras lugares del mundo los coches van perdiendo terreno en favor de las bicicletas, muchos ciudadanos chinos siguen percibiendo la bicicleta -y más aún, los triciclos- como un vehículo típico de las clases más bajas de la ciudad. El coche se ha convertido en un símbolo de estatus al que nadie parece querer renunciar, a pesar de los graves problemas de contaminación de ciudades como la propia Shanghai o la capital, Beijing.
Para hacer frente a ello, Chris y Florence quieren llevar un paso más allá el concepto tradicional de triciclo. Bamboo Treecycle es eléctrico e incorpora algunos de los elementos que muchos chinos asocian a lo que debe ser un vehículo propio de alguien con dinero en el bolsillo, como el control de velocidad y las más altas prestaciones. Además, su batería facilita una sorprendente autonomía, ya que puede recorrer más de 100 kilómetros sin necesidad de recargarse. Y todo ello, con un peso de 75 kilos, que bajan hasta los 60 en la versión no electrificada. Todo ello lo convierte en una alternativa perfecta al taxi para desplazarse de manera ágil, limpia y silenciosa por la ciudad.