La cuestión no es ser o no ser religioso… Sino creer en el ciclismo. Porque esta pequeña iglesia italiana alberga un lugar repleto de historia y hazañas sobre nuestras queridas dos ruedas.
Ha sido escenario de diversas etapas del Giro de Lombardia y el Giro de Italia. Es el hogar de históricas bicicletas con dueños inolvidables como Fausto Coppi, Francesco Moser o ‘el caníbal’, Eddy Merckx. Pero no, no hablamos de un museo ni de una tienda, sino de una iglesia: la Madonna del Ghisallo. Magrelio es un diminuto pueblo en la región de Lombardia, provincia de Como. Según los últimos datos, apenas hay unos 650 habitantes, pero el lugar es conocido en todo el mundo por acoger a la Madonna, proclamada en 1948 por el papa Pío XII como “patrona universal de los ciclistas”. Escenario de hazañas
El lugar hace honor a tal distinción. Aunque pequeña y discreta por fuera (hay en su exterior, eso sí, una estatua de unos ciclistas), el interior de la iglesia es abrumador y digno de ser fotografiado: de sus abarrotadas paredes cuelgan todo tipo de objetos relacionados con las dos ruedas. Bicicletas, gorras, camisetas, banderines… Todo tipo de “merchandising” del ciclismo más auténtico nos reciben en el montañoso lugar. La popularidad del lugar fue tal que, hace pocos años, en 2006, las autoridades locales decidieron abrir un museo ciclista que acapara todavía más objetos únicos. Los bustos de los históricos Coppi y Bartali nos saludan desde el exterior, y los poblados árboles de la zona han sido testigos de las hazañas del mítico Alfredo Binda. El museo acoge la más amplia colección del mundo de ‘maglia rosa’ y de un sobrecogedor archivo audiovisual. Tanto España (Nuestra Señora de Dorleta, en Guipuzcoa) como Francia (Notre-Dame des Cyclistes) tienen lugares parecidos, pero difícilmente pueden competir con la solera y el ambiente único, inconfundible, que podemos encontrar en este lejano paraje italiano. * *